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"Letras" María José Colombo
El lenguaje inclusivo.
¿Qué tenemos para decir desde el psicoanálisis?

por Maren Balseiro


El año pasado, recibí una invitación del Cartel de publicaciones de la Escuela a participar de un foro para miembros y participantes. El título de la actividad me planteó varios desafíos. Hoy, en una nueva instancia de transmisión, la apuesta es a renovar el debate en el espacio moebiano que implica esta publicación: Lenguaje inclusivo. ¿Qué tenemos para decir desde el psicoanálisis?

El lenguaje inclusivo, es un fenómeno que no surge de la experiencia clínica (no implica que no se presente en el decir de los analizantes) ni de la lógica propia del psicoanálisis. Me fue necesario el diálogo con otros discursos para avanzar y partir de otra pregunta: ¿Qué es el lenguaje inclusivo?

Comparto con ustedes algunas reflexiones a modo de respuestas provisorias. Surgen del entrecruzamiento con diversos ámbitos relacionados a los debates actuales; con escritores, lingüistas, antropólogos, sociólogos, gente del ámbito de los movimientos feministas.

También abro un nuevo interrogante que no solo se plantea ante este fenómeno: ¿Cómo lo contemporáneo se entrecruza con el sujeto? Solo menciono que tal entrecruzamiento es en la clínica que podemos leerlo, en el caso por caso.

¿De qué se trata el lenguaje inclusivo? Hay diferentes posiciones y algunos consensos respecto a considerarlo como: una intervención intencional, consciente, sobre la lengua hablada y escrita fundamentalmente en el ámbito de lo público. Está atravesado por múltiples dimensiones: políticas, sociales, culturales, de época, ideológicas, lingüística, gramaticales, retóricas, incluso de cortesía (costado muy interesante) Esa intervención consciente sobre el discurso busca señalar, hacer visible, poner en el debate público cuestiones gramaticales en el uso del lenguaje, fundamentalmente la utilización del masculino como género no marcado. Pretende poner en evidencia injusticias y modos de discriminación y dominación. A su vez apuesta a incluir, desde esa alteración en la lengua, a las sexualidades que no se consideran contempladas e incluidas en la lengua castellana tal como la conocemos hasta ahora. Es un fenómeno político, contemporáneo y social. Tiene distintas formas de expresión tanto en lo escrito como en lo oral: utilización de la e, de la x, del @. Puede darse en todo un texto o solo en el encabezado. Su uso es, en general, en el ámbito público, institucional o social. Son estrategias de intervención sobre la lengua que buscan un efecto.

No somos antropólogos, sociólogos, analistas políticos ni lingüistas para poder dar cuenta del fenómeno desde las dimensiones propias que lo atraviesan. Entonces cobra fundamental importancia la propuesta del cartel ¿qué podemos decir desde el psicoanálisis?


Para circunscribir algunas reflexiones me sirvo de interrogantes que dejaré planteadas para abrir el debate:

* ¿Qué relación tiene el sujeto con el lenguaje?

* ¿Cómo pensar lo inclusivo desde el psicoanálisis?

* ¿Qué podemos decir de la lógica binaria?

* ¿El psicoanálisis que dice de la sexualidad?


Algunas notas sueltas para entramar un decir desde el psicoanálisis:

Comparto algunas citas de Lacan del seminario 19 a modo de asociaciones disparadoras:

“El señalamiento de que el vacío es el único modo de atrapar algo con el lenguaje nos permite justamente penetrar en la naturaleza de este."

“Ese decir, que retomo de mi seminario del año pasado, se expresa como todo decir, en una proposición completa: no hay relación sexual”

“Cuando digo que no hay relación sexual propongo muy precisamente esta verdad de que el sexo no define ninguna relación en el ser hablante”


Del sujeto

Ese ser hablante que Lacan sitúa, el parletre, habita el lenguaje como condición de lo humano a costa de pagar el precio de una falta radical.

El sujeto es efecto del desencuentro inaugural entre soma y lenguaje. Golpe del significante sobre la carne que inaugura un vacío irreductible. Ese sujeto, dividido por el lenguaje y por el goce que lo habita, se producirá respecto del Otro, por la relación a la palabra. Sujeto y Otro en falta respecto al objeto que causa: objeto a.

Desde Freud encontramos al sujeto que habla dividido entre lo que dice y lo que sabe. Portador de un saber no sabido en el que se funda el inconsciente.

El inconsciente, aporta Lacan, está estructurado como un lenguaje, y se ordena en discurso en un análisis. El sujeto comienza con el tres: Real, Simbólico, e Imaginario anudados. Estamos advertidos de que lo simbólico nunca podrá recubrir lo real. Lógica del no-todo que en el psicoanálisis nos orienta. En tanto algo no puede ser dicho es que se apertura la pregunta por lo real. Lo real del síntoma, de sus fijaciones a goces que lo parasitan, diría Freud, de la miseria neurótica.

La experiencia analítica transcurre en transferencia, la terceridad de la palabra resuena por el sujeto supuesto saber. Se enmarca en la regla de asociación libre para el sujeto, al que se le pide que hable, diga todo lo que se le ocurra sin censura ni juicio previo y la abstinencia, que recae sobre el analista. Este se ubica como semblant de “a” en el discurso analítico.Un analista, desde su lugar en la transferencia, escucha con una x.


De la sexuación de ese sujeto

Lacan nos advierte que no hay que confundir sexo con reproducción. Que la sexuación, en tanto posición sexuada respecto al goce fálico, se trata de quien se dice, es decir de la posición de quien habla respecto a la función fálica. La mujer no-toda está ligada a la castración. Pero esta posición, posición femenina no es privilegio de nadie, es en tanto efecto por ubicarse, algunas veces, más allá del goce fálico. La posición sexuada será respecto de la castración, al argumento que haga de la significación fálica. En la sexuación se trata de posiciones inconscientes. Las sexualidades posibles serán, en cambio, de cada sujeto respecto a los modos de gozar con el partener, una por una. Para el psicoanálisis no hay exclusión de los modos de gozar, escuchamos con una X porque respecto de la posición de quien habla no sabemos nada, leemos, en lo que dice, su posición.

Es interesante recurrir, para pensar, a algunos ejemplos que la historia nos ofrece y también nos interroga: Julieta Lantieri y el voto en el intersticio de “ciudadanos” que en 1910 dio un paso sorpresivo para la época o en Alfonsina Storni que publicaba artículos en La nación con seudónimo femenino y masculino.

Es verdad que son ejemplos de otra época. Pero lo real insiste, no cesa de no escribirse. Ese real orienta el decir desde el psicoanálisis como invariante. Un decir advertido por una experiencia singular: la travesía de un análisis con lo que ella implica. “Al estar cuestionada la relación sexual, que no es –en el sentido de que no puede escribírsela- esa relación sexual determina todo lo que se elabora a partir de un discurso cuya naturaleza es la de ser un discurso interrumpido” Discurso interrumpido y decir siempre en falta. Un decir que se define, no por el enunciado, sino por la posición enunciativa de quien habla.

Agradezco nuevamente la invitación del Cartel de publicaciones a decir desde un lugar: el psicoanálisis. Fue y es una invitación a interrogarnos, a extender el intercambio y a renovar, una vez más, la apuesta a la trasmisión. Lo fue en ocasión del foro el año pasado y espero que continúe siendo un diálogo en el marco de la escuela a través de nuestra publicación Moebiana.

Maren Balseiro
marenbal@yahoo.com