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"A donde me lleva la vida" La Renga
Foro- Debate: Sexo y Muerte

por Claudio Gómez

En principio quisiera agradecer a las compañeras del Cartel de Publicaciones por su invitación a hacer lectura de la experiencia que en aquella oportunidad se dio en llamar “Foro – Debate: Sexo y Muerte”, y que fue propuesta por la Comisión Directiva en el año 2020 bajo la modalidad que en ese entonces y aun hoy nos proporciona el Zoom.

La transmisión que se produjo en ese foro -aquello que se da a leer en lo que de la escritura pasa- considero que se desprende de los diversos enunciados y enunciaciones que a partir de esa actividad, y ahí mismo, se hicieron circular en la comunidad analítica que conforma la escuela. De ahí el valor de los espacios de pregunta por ejemplo.

Eso “pasa” a aquellos que no están enmarcados en los bordes de la Efla ni como miembros ni como participantes, ya que ese trabajo en forma de foro – debate se estableció, desde un principio, como “solo para miembros y participantes”. La transmisión entonces, subvierte así la lógica actividad abierta – cerrada en la escuela, para dar cuenta (dicho esto en la vertiente de marca que tiene esta expresión) de qué fue lo que ahí pasó. Es en esto último donde entiendo que se sitúa lo valioso de la intervención del Cartel de Publicaciones. En esta propuesta a escribir para la revista Moebiana Número 69 ya no se trata del “solo para miembros y participantes”, sino del “no solo para miembros y participantes”.

Hizo falta una actividad de este tipo, propiciada por la Comisión Directiva, para que emerja otro significante, “no solo para miembros y participantes”, a cuenta de la Moebiana. Es aquí donde se produce el trabajo conjunto y de estructura psicoanalítica de la escuela. Ahí se puede decir, a mi entender, que lo que pasa es que se hace escuela.

Es por lo dicho también, que en lo relativo a este punto, dejo al lector atento el trabajo de que en la lectura de la serie de los escritos que conforman esta revista, pueda decir qué se transmite. Considero, por lo tanto, que la transmisión no solo está en una actividad, sino en la serie de las actividades, como así también en la serie de los escritos.

Por lo tanto adentrémonos en este Foro – Debate que he compartido con mis compañeras de escuela María Beatriz Pagano y Andrea Silvapobas.

¿Qué decir de dicha experiencia, “Foro – Debate: Sexo y Muerte”?

De alguna manera, en los escritos ahí presentados y las intervenciones que tuvieron lugar en el espacio de preguntas, que siguió a la lectura de las producciones de cada uno y cada una, se estableció lo nodal de estos dos términos, “Sexo y Muerte”, en la clínica psicoanalítica.

Esta práctica, de la que se espera sea psicoanalítica, deja a estos dos vectores, el sexo y la muerte, en lo que se ha conceptualizado como lo real de dicha praxis. Hasta tal punto es así, que cuando hablamos de la exogamia en relación a cualquier analizante, hablamos de la articulación entre estos dos términos.

El sexo, (como bien lo estableció en el foro María Beatriz Pagano), tiene su derivación etimológica del término “cortado”. ¿Cortado de qué? Cortado de todo aquello que puede entenderse como instinto. Lacan se esfuerza, por ejemplo, en mostrar que el Trieb de la pulsión no puede ser traducido como instintual, ya que gran parte del edificio conceptual del psicoanálisis, a partir del descubrimiento freudiano, se sostiene en el lenguaje.

El lenguaje produce la hiancia por la cual los psicoanalistas ya no hablamos de instinto cuando del sujeto se trata. Por lo que este movimiento del pensamiento analítico, retira al sujeto del plano del instinto para darle su sitio en el inconsciente. Ahí donde Freud lo había ubicado. “Wo es war, soll Ich werden” no implica para el análisis que el yo despoja a un ello instintual (ideal educativo), sino que el sujeto adviene donde eso era, lo real, para descompletar cualquier pretensión de totalidad de un Otro necesario para su constitución. Este descompletamiento no implica que no haya ciertas referencias.

Por lo tanto, y teniendo en cuenta el descubrimiento freudiano, son esas pequeñas muertes, que ubicamos en las neurosis como Inhibición, Síntoma y angustia, las que en un análisis se hacen oír. Puntos de rupturas, cortes y empalmes de un sujeto que se resiste a ser reducido a un punto sin borde de agujero. No hay relación sexual, implica entonces, que no hay universo de discurso, es decir que los significantes no encuentran, en la totalidad presunta de una masa de a dos por ejemplo, su acabado total.

De esta manera se entrelazan el sexo y la muerte en un análisis, ya que muchas veces nos encontramos con problemas clínicos cuando no van juntos por así decirlo. Es una juntura compleja y paradójica, porque es aquello ante lo cual la neurosis se hace cicatriz, como dice Lacan en el Seminario de “Los Conceptos fundamentales”. Es decir aquello de lo que hemos escuchado hablar en demasiadas oportunidades en las consultas y en los análisis. Pero es justamente aquello que Freud y Lacan, cada uno a su modo, nos enseñan que no hay inscripción. Cuestión que constatamos en los análisis.

Dicho esto y sin embargo, aunque no haya significante que diga a La Mujer ni a La Muerte como absolutos, la inscripción del significante implica la muerte. Ergo, el sexo también implica la muerte. Hace falta la teología para que Lacan, principalmente en su Seminario sobre “La Ética del Psicoanálisis” dé cuenta de aquello que implica la entrada del viviente a la red de los significantes en los cuales advendrá un sujeto. Es por ello que el sujeto y lo real son el hueso de nuestra práctica. Es desde ahí que a mi entender el trabajo de Andrea Silvapobas cobró su valor de transmisión.

Repasemos brevemente, como aquella vez en el foro, cuál es el apoyo que el psicoanálisis realiza en el concepto de segunda muerte del cristianismo, para dar cuenta del sujeto y la entrada del significante.

En el cristianismo, en su teología, la separación del cuerpo y del alma es considerada la primera muerte, es la muerte biológica. Se desprende el alma del cuerpo. A partir del juicio final se habla de la segunda muerte. Ocurrida la muerte biológica, mientras el alma espera el juicio final, el cuerpo también. La vida eterna, la gloria, implica que quienes sean salvados gozarán de la unión del alma y del cuerpo alguna vez perdida. Los réprobos, experimentarán la expulsión de la gloria de Dios, o sea quedarán en una muerte eterna. Esta es la segunda muerte para el cristianismo. Para el psicoanálisis, a partir de Lacan, la segunda muerte tendrá otro estatuto. La primera muerte seguirá siendo como la entendemos, la muerte biológica. En cambio, la segunda muerte, será la incidencia del significante sobre lo real del viviente. Es decir que el advenimiento de un sujeto como corte, de lo enteramente viviente, implica la muerte que la entrada al orden significante establece.

Por lo tanto y para concluir, considero que lo que se ha producido en la experiencia es la articulación de dos vectores que tienen una importancia crucial en cualquier tratamiento, que se anudan y desanudan para dar lugar también a diversas presentaciones clínica, pero que son principalmente aquello que se puede aprehender, de la implicancia clínica del sujeto y lo real.

Claudio Gómez
gomezclaudiod@gmail.com

Bibliografía
Amigo, Silvia “Paradojas Clínicas de la vida y la muerte”. Homo Sapiens Ediciones.
Lacan, Jacques. “Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis”. Editorial Paidós.
Lacan, Jacques “La Ética del Psicoanálisis”. Editorial Paidós.