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¿Para qué sirve el humor?


por Juan Manuel Rubio
rubjuanmanuel@gmail.com

La pregunta que nos hacen ya parece una puesta en acto del humor para los tiempos que vivimos, tanto en nuestro país, con sus crisis propias, como en la situación de pandemia planetaria.

Esta nos pone ante la ocasión de ser protagonistas de un momento excepcional en la historia de la humanidad. No sólo por la peste que la azota, sino que lo hace en un tiempo en que confiamos en la positividad del poderío tecnocientífico, con logros que se multiplican a un ritmo vertiginoso y riesgos de la misma magnitud.

Nos afligió tanto el peligro al contagio como las consecuencias del aislamiento impuesto para retrasarlo. Si atendemos a las actitudes adoptadas ante el malestar que implicó, puede permitir que nos hagamos cargo de algunos aspectos de la propia vida que se pusieron más de manifiesto.

Esta realidad hizo que se amplifiquen modos de habitar el mundo que, de otra manera, no nos hubiéramos enterado. ¿Podemos convertir este conflictivo momento en una oportunidad de hacer algo diferente? ¿Qué peligro se prioriza en un psicoanálisis?

Los modos de posicionarse han sido variados. Puede ser que nos hayamos sentido desmoralizados, sin encontrar un motivo para comenzar el día; pudo haber momentos de resignación, bajo el peso de las circunstancias, lejos de lo que esperábamos vivir; pudieron suceder desmentidas de lo que ocurría... Si viviéramos en la Grecia de 2000 años atrás podríamos recurrir al humor como teoría de los fluidos corporales y su discrasia para explicarlos. Luego pasó a considerarse al humor como un estado de ánimo, describiendo el bienestar o el malestar. Sin embargo, no es esa la versión que le interesó a Freud, sino el tomar “en broma” los contratiempos y las miserias de la vida misma, sea con gracia o ironía, ahorrando un desagrado, sin por ello negarlas.

Ya en El chiste y su relación con lo inconsciente, al indagar las modalidades de lo cómico, analizó el placer ganado en el humor acentuando el desprendimiento del padecer, más cerca de lo cómico que del chiste. Finaliza el texto señalando sus diferencias: “El placer del chiste nos pareció surgir de un gasto de inhibición ahorrado; el de la comicidad, de un gasto de representación (investidura) ahorrado, y en el humor, de un gasto de sentimiento ahorrado”.

En línea con lo que continúa trabajando en el breve artículo de 1927 El humor donde afirma que es la “contribución a lo cómico por la mediación del superyó”, Lacan afirma en Kant con Sade que “es el tránsfuga en lo cómico de la función misma del ‘superyó’. Como tránsfuga, el humor tiene un valor de transgresión, no casualmente Freud comienza su artículo con el ejemplo de un criminal que suscita una complacencia en el otro por lo grandioso del triunfo del narcisismo, dirá Freud, en el límite del “humor negro” sin que nada lo detenga.

Puntuando sus notas, rechaza las exigencias de la realidad, impone el principio del placer, es defensa ante el sufrimiento sin rigidizarse como en el campo de lo patológico. Un modo de vérselas con la Ananké, la angustia de muerte, el sentimiento trágico de la vida, la castración, el agujero, lo indecible. Muerte, goce y al servicio de la ilusión.

Tomo la última nota. Se suele creer que hay una contraposición entre la realidad y la ilusión, entendiéndola como un espejismo imaginario. El origen de la palabra permite captar algo importante. Viene del vocablo jugar, que con el uso llega a ilusión como engaño. Rescatando esta procedencia desde lo lúdico, cobra valor el lugar de la expectativa fantasiosa, como cuando hablamos de “tener ilusiones”; sin ella no podríamos ni proyectarnos ni hacer proyectos.

Cuando el humor está al servicio de la ilusión, genera la oportunidad de emanciparse del amedrentamiento en que deja la incertidumbre o la severidad de lo que acontece. De las distintas modalidades de lo cómico, el humor permite liberarse de las trabas propias. Nos da la ocasión de tomar una posición distinta haciéndonos cargo de la falta que nos habita. Se puede convertir en una oportunidad de inventarnos a partir de lo que nos es dado en un devenir como obra.





por Guillermina Díaz AE y AME
Escuela de Psicoanálisis Sigmund Freud Rosario
guillerminadiaz2@gmail.com

El humor, lo cómico y lo risible son expresiones que en muchas ocasiones refieren una a las otras.

En el campo y la práctica del Psicoanálisis en torno a lo cómico y su relación con la ironía, se nos hace necesario referirnos al humor, ya que para Freud el humor era una de las variedades de lo cómico. .

Una tradición cultural que nace con Hipócrates, nos lega que, en el cuerpo humano se mezclan cuatro líquidos- también llamados humores, relacionados a imagen y semejanza con el Universo: Bilis (fuego) bilis negra (tierra) sangre (aire) y flema ( agua). El mecanismo del humor subvierte cuestiones habituales, para mostrar su lado más ridículo u oscuro. .

El tema del humor recorre toda la filosofía clásica y así como Aristóteles sostiene que el único ser viviente que ríe, es el hombre, Bergson en el siglo XX agrega que el hombre también es el único que hace reír. (Bergson La risa).

La risa, entonces es “humana” otorga una diferenciación con el resto animal, don que lo diferencia de las otras especies, privilegio supremo, que también puede ser expresión de superioridad, de burla, de absurdo, no sólo en relación a los animales… También puede ser usada entre los hombres, como burla, sea para denostar al otro, para burlar o mofarse de un semejante. .

Si bien el humor puede alcanzar la dimensión de un acto del decir, y con ello un menor padecimiento subjetivo es muy difícil de ser utilizado en la justa dosis, porque la misma sustancia (humor) puede funcionar como alivio o como denostación.

Otra figura retórica es la Ironía, que da a entender lo contrario de lo que se dice. Casi podríamos decir que se trata de una burla disimulada. Y al mismo tiempo hace lugar a la aceptación, a la posibilidad de tesis contrarias.

Esta última figura retórica está presente en la Obra “El Despertar de Primavera” de Frank Wedekind, escrita en 1891, que tomaron y trabajaron tanto Freud como Lacan, para adentrarse en los problemas que acarrea al “parletre” el despertar de la sexualidad. Pero la obra no sólo alude al mentado y trabajoso pasaje por la pubertad, sino que se inscribe en el comienzo de las vanguardias atacando a la sociedad burguesa e hipócrita que oculta en su moral el reconocimiento del placer psíquico y erótico.

Allí podemos asistir a un uso interesante de la Ironía, ya que el autor, denuncia las grietas de la cultura de finales del siglo XIX con un mensaje vital a través de la obra en general y la figura del “enmascarado”.

¿Cómo lo logra? A los alumnos le pone nombres propios habituales, y en cambio nombra a los profesores con apellidos que en realidad son burlas a un rasgo: por ejemplo: “Chasquido de lengua”, “Huesos rotos”, “Grasa de mono”, “Muerte voladora”, “Estómago calvo”, “Circunferencia de hambre”…entre otros.

¿Qué es lo que logra el autor? A mi entender el uso de la ironía le permite agujerear la impostura sostenida por la moral burguesa y ridiculizarlos como modo de cercenar su autoridad.

Para finalizar, sostengo que la risa cumple su función cuando el sujeto alcanza la posibilidad de reírse de sí mismo, no tomarse tan en “serio” como ordena el Superyó. Con este recurso, aliviana su carga o equipaje lleno de ideales y recupera, y/o encuentra la posibilidad de desear y disfrutar.




"El hombre es el único ser viviente que ríe". Aristóteles

por Sandra Alderete
alderetesandra@hotmail.com

Los hombres desde épocas milenarias han reflexionando acerca del humor y sus efectos. Hipócrates se ocupó de los cuatro líquidos básicos del cuerpo, llamados humores: sangre, flema, bilis amarilla, bilis negra. De su equilibrio dependía el "buen humor".

Etimológicamente proviene del latín, humoris, significa "líquido, humedad". Será Freud quien da la primera pincelada psicoanalítica al tema. En su precioso escrito “El chiste y su relación con lo inconsciente" de 1905, formaliza su primera teoría del humor. Allí diferencia el chiste, lo cómico, el humor con sus tres tipos de ahorros. En el chiste se trata del ahorro de represión, emerge lo reprimido y la risa testimonia de su levantamiento. Su estructura necesita del tercero que es el que sanciona el chiste." Nadie puede contentarse haciendo un chiste por sí solo".

Clásicamente lo cómico se produce entre dos, hay ahorro de representación fálica. Su mecanismo es la caída del "personaje eminente", investido fálicamente, su caída causa risa. En el humor lo que se ahorra es el afecto. Freud en 1927, refuerza su primera teoría, a la luz de la segunda tópica.

El humor es siempre negro, va de la mano de la irrisión o autoirrisión. Se podría decir que es una burla sin crueldad, hacia la propia persona o ajena, que no lastima al entorno. Rompe con lo solemne.

Posee algo grandioso y patético, no solo tiene algo de liberador como en el chiste y lo cómico.

El "mal humor" es la incapacidad de ciertos sujetos de estar disponibles libidinalmente para reír de las contingencias de la vida cotidiana.

Lacan dirá del humor negro: " es el tránsfuga en lo cómico de la función misma del superyó". Recordemos el condenado a muerte el día lunes, llegado el momento de ir al cadalso, exclama "Linda manera de comenzar la semana". Ante su destino funesto e inevitable recurre al humor como modo de ahuyentar lo negro. Es el triunfo del sujeto sobre el superyó. Haciéndole dentro de lo posible ''pito catalán" a su desgracia. El placer humorístico proviene del gasto del sentimiento ahorrado, aportándole al sujeto una ganancia de placer.

Permitiendo soportar lo traumático de manera menos costosa.

Lacan refiere: " el falo es un cómico como todos los cómicos: es un cómico triste". Su destino es caer. El momento de su goce es el momento mismo de su detumescencia. Se desinfla. Su caída provoca risa, ante la dignidad fálica aplastada.

La función del humor es tornar amistoso al superyó. Lo embosca y desactiva por un momento.
Una persona de buen humor puede ser uno mismo. En el humor no se necesita de otros. El hombre es el único que ríe y hace reír. Es el único viviente que hace chistes, comicidad y humor por la sencilla razón de que habita el lenguaje.

El humor ablanda, aliviana, amortigua el dolor de existir. No todos los hombres disponen de la actitud humorística en su vida anímica.

Freud nos dice: "el humor no es resignado sino rebelde, no solo dignifica el triunfo del sujeto sino también del principio del placer, que en el humor logra triunfar sobre la adversidad de las circunstancias reales".

Por un momento nos hace ''destornillar de risa". Sabemos que en algunos momentos de la vida esto no es posible.

El humor se alía "falsamente" al superyó para vencerlo. Es un excelente antídoto contra el malestar. Por ello el psicoanálisis, no es sin humor. Ofrece hasta donde es posible seguir en el juego del deseo contando con los “quita pena no tóxicos” ¡Estos gozan de buena salud!. Vale el entusiasmo de seguir en el entramado homo ridens.

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