< Moebiana70 / Convocatoria
“De la pasión a la comedia”.
Lacan habla de las subdivisiones de lo cómico. Dentro de lo cómico están el humor y el chiste. Algo debe ser compartido con el otro para que el chiste y aún lo cómico logren su efecto. En el chiste necesitamos de un tercero, el que cuenta el chiste, el objeto del chiste, y el otro a quien se le dirige el chiste y que lo sanciona como tal. El humor dice Freud, “es lo más sublime que habita al sujeto”, es otra formación de lo cómico, porque es un modo de respuesta frente a los designios del destino, que en nuestros matemas representamos como Otro. En la comedia hay una paridad, es entre dos.
Lacan dice que lo cómico de la comedia se produce porque pone en evidencia la fijación a un objeto metonímico. Podemos decir, la fijación a un goce.
Lo cómico de la caída del clown, o lo cómico de la comedia, se vincula a la caída de la prestancia fálica. Caída que siguiendo a Freud nos proporciona un alivio, no sólo porque nos libera de la imposición de la prestancia del Otro, sino también, del esfuerzo de sostener la nuestra, en la medida en que el otro representa la dimensión del semejante.
En la comedia “La escuela de las mujeres”, Mòliere constituye un ejemplo. El sujeto queda fijado en la valoración de sí mismo por la relación con un objeto de goce. Se trata de una rigidez que concierne a la posición del sujeto, no a la rigidez de su cuerpo. La caída del cuerpo es el contrapunto de una posición erecta. Algo que no compromete sólo al cuerpo, en la medida en que reenvía a una posición del sujeto ante el Otro.
Para que haya posibilidad de lo cómico, es preciso que la relación de la demanda con su satisfacción no se inscriba en un momento instantáneo, como sucede en el chiste, sino en una relación con algún otro determinado, que le da su estabilidad y su constancia.
La relación dual en la comedia es entre Arnolfo y Agnés.
Dice Lacan “Como todo depende del Otro, la solución es tener un otro todo tuyo. Es lo que se llama el amor”. El amor considerado en éstos términos es el amor romántico, el amor platónico, donde el amor es un ideal y por ende es un amor donde no hay lugar para la falta. La creencia que habita al sujeto en términos de que “lo que le falta a uno está escondido en el Otro”, entonces en éste caso el amor es una pasión y no verdadero amor.
Se trata en la comedia de un personaje llamado Arnolfo que tiene la obsesión dice Lacan, de no ser un “cornudo”, es su principal pasión. Así pues, le ha llamado la atención una jovencita dulce y comedida a quien decide educar desde los cuatro años en la más absoluta ignorancia para que a la edad adecuada se convierta en su mujer y así lograr su cometido. Pero sucede que Arnolfo en un momento viaja por trabajo y Agnés se enamora de un jovencito que dice, según Agnés, cosas ingeniosas y dulces, rompiendo el sistema de la palabra aprendida y educativa. Así es como Agnés queda cautivada. Arnolfo fortuitamente se encuentra en la calle con este joven, cuyo padre lo conocía, y le cuenta a Arnolfo, sin saber quién era él, sobre su aventura con una jovencita. Arnolfo, quien se entera de lo sucedido, confronta a Agnés y en medio de la ignorancia en la que fue criada, Agnés le dice la verdad a Arnolfo, no le miente. Es decir, no lo engaña y se lo dice sin mentirle, sin saber que eso era un engaño.
Arnolfo dedica su vida, y así su Yo, al armado de un montaje para que Agnés no lo engañe. El goce desborda el Principio de Placer, y puede conducir a lo inanimado, a la ruina, Arnolfo que dedica una vida a algo efímero porque del engaño estamos presos, por ser seres de lenguaje, y de hecho Agnés lo engaña por enamorarse de otro y expresar ese amor, sin engañarlo porque al mismo tiempo le cuenta todo. Es imposible no estar en relación al engaño, y él dedica su vida para algo que por no poder cumplirse como ideal, lo puede llevar a lo inanimado.
No obstante, Arnolfo al final de la comedia no termina en lo inanimado, al haber en el mismo personaje un cambio en su posición subjetiva.
Por ende si el Goce desborda el Principio de Placer, a ese Goce hay que limitarlo, lo cual se logra en análisis, a través de la intervención de un analista
Lacan nos proporciona un grafo llamado Grafo del Deseo, donde podemos ubicar el vínculo que une al Otro con el Yo, con el objeto metonímico y con el mensaje, define el área donde debe tener lugar la palabra plena.
Cuando Arnolfo, en la comedia, le dice a Agnés “Tú eres mi mujer”, es el mensaje que constituye la palabra plena. Lo anuncia de un modo invertido.
En la comedia “La escuela de las mujeres”, el amor está ahí en tanto instrumento de satisfacción y no en tanto falta.
En realidad, más que el amor, en Arnolfo “la obsesión de no ser un cornudo” es su principal pasión. Es una pasión como otra cualquiera. Todas las pasiones son equivalentes, todas son igualmente metonímicas.
Esta creencia absoluta en el objeto metonímico está en relación al Ello. No ser un cornudo. Lo Imaginario de ésta creencia es tan fuerte que, una de las características de la comedia es que el Ello salga siempre intacto. Que en medio de la flexibilidad del movimiento haya uno que se rigidiza, en lugar de adquirir movilidad. Lo que en realidad puede suceder si un sujeto no ha pasado por la experiencia de analizarse.
Lo que constituye el resorte cómico es que al principio, nos encontramos con el razonador frente a la ingenua y luego, tan pronto como a la chica le acude el ingenio vemos surgir a la razonadora frente al personaje Arnolfo, que ahora se convierte él mismo en ingenuo.
Lo cómico se trata de algún movimiento que se desajusta a eso que nos viene de afuera como un marco ya hecho y al que debemos ajustarnos, aquel que nos impone su rigidez en lugar de amoldarse a nuestra flexibilidad. De algún modo lo que se impone nos tiende a reducir.
Pensemos en el Ello como lo que se impone. A lo que Arnolfo se ajusta, es que aquella niña que él había tratado de idiotizar desde pequeña, hoy se convierte en una razonadora ingeniosa. Arnolfo realiza un cambio de posición, ahora se convierte en el ingenuo y la ama y se lo dice de todas las maneras posibles.
Lo cómico que está en relación a la caída de un cuerpo como movimiento que se desagrega de aquello que se impone como rigidizado, proveniente del Otro, es hacia donde Lacan nos propone conducir los análisis como posibilidad de salida de lo trágico. Al caer la prestancia imaginaria que tapa la falta, queda en descubierto lo que se quiere tapar. El cuerpo tropieza, cae la estructura, el sentido, Arnolfo que hace todo para retener a Agnés, cae ante el ingenio que acude a ella al salir de la ignorancia. Arnolfo queda desautorizado pero su vida toma otro giro cuando logra dejar caer la rigidez en relación a los esfuerzos por no ser un cornudo, y en ese dejar caer, encuentra que detrás de Agnés se trataba de encontrarse con su falta. Aquello que cae en relación a lo que rigidiza al sujeto, permite poder leer la falta de otro modo. Para Arnolfo aceptar la pérdida de Agnés por reconocerla libre, le permite incursionar en un descubrimiento, que Agnés le hacía falta de otro modo.
Arnolfo le dice a Agnés, “Harás exactamente todo lo que quieras, también tendrás a Horacio si alguna vez lo deseas”. El personaje llega a trastocar el principio de su sistema, prefiere ser cornudo, lo cual era su punto de partida en la aventura, antes que perder al objeto de su amor. A diferencia del Amor romántico donde con su rigidez, se impone sobre el sujeto, estamos en presencia de otro tipo de amor. Al amor lo percibimos a través de toda clase de muros que lo ahogan, muros románticos, cuando el amor es esencialmente cómico.
La significación del Amor se produce en la medida en que la función de Eromenós, el objeto amado, pasa al lugar de Erastés, el amante, como sujeto de la falta. La frase de Arnolfo “Que ella haga todo lo que quiera…” trastoca el funcionamiento de Arnolfo pasando así, del lugar de Eromenós a lugar de Erastés, como sujeto de la falta.
Agnés que no le oculta nada, es tal como él desea, completamente idiota, en el sentido en que le cuenta todo. Pero desde el momento en que Agnés se encuentra en el mundo de las palabras su deseo está más allá, su deseo es vivir hechizada por las palabras y el ingenio y no siendo idiota. Su deseo no es simplemente Horacio, sino el ingenio: sin dejar de decirle a Arnolfo la verdad en todo momento, sin embargo lo engaña.
La relación con el Otro es esencial, ya que el camino del deseo pasa necesariamente por él porque el Otro es el fiador del lenguaje. Pero el deseo del sujeto está más allá del Otro.
Leticia Scottini
mlscottini@yahoo.com.ar
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