< Moebiana71 / Convocatoria
A(r) mar la trama más que el desenlace1
Comienzo a escribir sin saber muy bien hacia donde voy, pareciera no encontrar una dirección. Una red de múltiples enigmas se presenta en el devenir de una experiencia analítica. Un gran desafío se impone al mismo tiempo que un deseo se recrea tomando fuerza. Desde los inicios, un primer interrogante se plantea, ¿cuál es la trama que devendrá soporte para la escritura de este guión?.
En contexto de pandemia, recibo el llamado de una joven con quien acordamos tener una primera entrevista por videollamada. Nadia está inmersa en un escenario lúgubre y sombrío. Sobre una silla un cuerpo lánguido, arropado por demás, y encogido como un ovillo. Se deja oír un tono de voz bajo, y un discurso con pocas palabras, más bien, prefiero parafrasear a uno de nuestros maestros, y suponer allí sin rodeos “un discurso sin palabras”2. La invito a que se acerque al consultorio.
Tras pasar el umbral de la puerta de entrada, un cuerpo extremadamente delgado se muestra sin velos, “cadaverizándose” se ofrece a la mirada de un Otro, y al mismo tiempo, en la misma escena, se pone a jugar un residuo de confianza “esperando”3 que sus palabras puedan ser escuchadas.
Un modo de presentación donde el misterio que guarda el síntoma anoréxico, y su doblez; la bulimia, hace que impere y prolifere en una dimensión real-imaginaria la frase por “la gravedad del caso”, y su reverso el acto analítico. Una ocurrencia seguida de una asociación deriva en la definición de gravedad que aportan las ciencias físicas “fuerza de atracción de los cuerpos en razón de su masa”. Fuerza de gravedad que se enlaza a la caída de un cuerpo, y por desplazamiento pasa a representar lo que se podría concebir como un desenlace natural “mortífero” para un sujeto. Punto de finitud, caducidad, y detenimiento. En contrapartida, otra vertiente más auspiciosa significa la caída como puesta en función de una causa. Desprendimiento que promueve la posibilidad de armar una nueva trama alrededor de un agujero. Amor, deseo y goce se entrelazan, y un cuerpo toma consistencia erógena entrando en consonancia con la vida.
En este recorrido vuelven a resonar algunas letras más de aquella canción que se convirtió en fuente de inspiración animando la escritura de estas líneas que me dieron ganas de compartir en esta ocasión. Una vez más, recorto el énfasis puesto en la trama más que el desenlace
Dos paseantes distraídos
Han conseguido que el reloj de arena de la pena pare
que se despedace
Y así seguir el rumbo que el viento trace
Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener, entrar y salir de fase
Amar A(r)mar la trama más que el desenlace
Entonces, confirmo que es por la vía de construir una nueva trama.
Queriendo avanzar, tropiezo, y encuentro un límite en algunos conceptos. Aún así, no retrocedo, decido aventurarme en la apertura de un nuevo tiempo. Vuelvo a interrogar lo sabido, suspendo certezas, construyo hipótesis, invento estrategias, algunas veces me equivoco, y algunas otras, también acierto.
Surgen una serie de preguntas en el devenir de una experiencia analítica, entre tiempos, vicisitudes, cortes y costuras: ¿qué sucede cuando lo mortífero se apropia de un soma e insiste con inscribirse en una trama rota?, ¿cómo intervenir?, ¿es posible deshacer por la palabra una trama discursiva familiar enraizada en lo más profundo del alma humana? En este punto redoblo la apuesta de transformar un penar de más en un destino donde pueda ver un rayo de luz el deseo de vivir.
Un dolor de existir crónico, con larga data. Un intenso sentimiento de culpa mezclado con ansiedad, baja autoestima, y falta de empatía. Nadia, es oriunda de una provincia sureña de nuestro país y la menor de cuatro hermanas, quienes conviven todas juntas en una ciudad universitaria. Una a una, llegaron como si fueran exiliadas, buscando cumplir las expectativas profesionales y parentales anheladas. Con la culminación de los estudios secundarios, Nadia, sufre la reproducción de un desalojo. Su decir se desestima, y sus palabras son desoídas. Una vez más queda arrasada y envuelta en el mandato materno-familiar.
En Nadia se presentifican diferentes versiones de la Nada, encarna un comer nada, un estudiar nada, hasta un decir nada. Se rehúsa a incorporar el mandato materno mostrando, indefinidamente, en la escena, objetos pulsionales carentes de vestimenta erógena. Es una de sus hermanas quien advierte la situación de gravedad en que se encuentra Nadia. Se dirige a ella y sin calcularlo ni anticiparlo realiza un acto. Le acerca la referencia de una analista, y como efecto se establece un lazo de amor a la palabra donde ésta cobra dignidad. En transferencia comienza a desplegarse sigilosamente un decir amordazado en una trama familiar. A paso lento, como bostezando, vamos recorriendo y desovillando los hilos de su historia familiar.
Un contexto de crianza expulsivo, y escasamente contenedor, signado por una modalidad vincular-afectiva frágil y precaria, con vivencias de desamparo y soledad, poco lugar para las palabras, y aún menos para las caricias y las miradas. Una madre autoritaria, y voraz en su demanda. Un padre impotente, y por demás devaluado en su función.
Con la llegada repentina e imprevista de sus padres, una salida desafortunada acontece. Nadia protagoniza un coma alcohólico quedando colocada en una situación de riesgo mortal real. Señal de advertencia que mantiene en vilo a su analista además de su entorno familiar. ¿Qué hacer? ¿Por dónde, y cómo continuar?. Se reinventa el dispositivo analítico, y se propone un abordaje con una mirada más integral. Punto de inflexión que viene a conmover las coordenadas lógicas de la fantasmática familiar. Se conversa con Nadia y con su consentimiento previo, se convoca a los padres para mantener una entrevista grupal. Un drama familiar se arma. Su madre se muestra inflexible ante la posibilidad de que Nadia pueda llevar adelante el tratamiento propuesto acá, expresa querer llevársela, como si fuera un objeto, a su ciudad natal. Intervengo y sanciono un decir de Nadia dándole valor de acto “quiero vivir y re-habilitarme acá”, busca hacer algo distinto en lo que pareciera presentarse como lo mismo. Pasaje de la mostración a la palabra. Le hago lugar al padre, y un hilo de la trama familiar se des-enlaza. Señalo que me encuentro ante un padre que asume su impotencia, y una madre desesperada. Su madre pasa a reconocer en ella misma una persona rígida deponiendo su dureza para poder escuchar a su hija. Por otro lado, en la intimidad de las sesiones con Nadia, situamos que con el coma alcohólico afirma su existencia al borde de su desaparición. Queda confrontada con una posición de objeto-desecho. Pareciera producirse un click y un punto de llamado a Nadia “Mirate”. La apuesta es a que ella misma sea quien pueda empezar a mirarse. A la par, se recorta de la expresión “coma alcohólico”, la palabra “coma” para entrar a jugar en la escena de la transferencia. Tiempo de angustia, y pérdida de goce para que pueda ser re-alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo. Se dejan deslizar algunos sentidos Coma! un modo de imperativo superyoico, pero también se retuerce la palabra y se la asocia con el acto de comer adviniendo en esa deriva la conjetura de la falta en Nadia de un proceso de incorporación tan necesario para amar y armar un cuerpo. La acompaño a Nadia en el tránsito de este arduo proceso que implica escribir los trazos faltantes de una letra, contorno de menos fi que funda un rien (nada) rodeado de brillo fálico. Objeto agalmático
Aquí me detengo y rememoro el título de la película To the bone escrita y dirigida por Marti Noxon. Comparto una breve síntesis del guión. Se trata de una joven que debe luchar contra su enfermedad tras ser diagnosticada con anorexia. Será tratada en un centro de rehabilitación, donde conocerá a un doctor con un método poco ortodoxo, quien la ayudará en su dura batalla por elegir la vida. Reparo en la traducción Hasta el hueso y voy más allá al evocar una cita de Jacques Lacan que empalmo a la composición y escritura de este texto “El análisis, más que ninguna otra praxis, está orientado hacia lo que, en la experiencia, es el hueso de lo real” 4
Para finalizar, consuenan las letras del estribillo que dieron cuerpo a este texto
Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener, entrar y salir de fase
Amar A(r)mar la trama más que el desenlace
Trabajo de reconstrucción de los tramos escriturales faltantes y puntos identificatorios propios de una historia y sus generaciones. Un ir y venir para des-enlazar una trama anudada a un drama, y un entrar y salir de fase para armar y amar una nueva trama. Solo así podrá haber un espacio para la vida, pero para una vida con deseo de ser vivida.
Virginia Nucciarone
nucciarone@yahoo.com.ar
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1 El título que enmarca este texto surge de un ir y venir de ideas desplegadas en interlocución con algunos otros, de un intercambio y juego de letras que anidan en una maravillosa canción “La trama y el desenlace” de Jorge Drexler. Una metáfora de vida que entra en sintonía con lo que acontece en una cura analítica.
2 Lacan, Jacques. Seminario XVII “El reverso del psicoanálisis” (1969-1970). Clase 1: Producción de los cuatro discursos. Pág. 10. Editorial Paidós.
3 Modo de expresión que adopta la forma verbal del gerundio para indicar que una acción está pasando, realizando o llevando a cabo.
4 Lacan, Jacques. Seminario XII “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” (1964). Clase 5: TYCHE Y AUTOMATON. Pág. 61. Editorial Paidós.