Moebiana71/ Diálogos

¿Qué nuevas consideraciones nos trae el post-aislamiento en la clínica?


por Oscar A. González
EFBA - Escuela Freudiana de Buenos Aires
oscargon2908@gmail.com

Cuando lo real se desata sin freno ni dirección es porque cierto borde se ha desdibujado para quien habla. El fantasma vacila y la trama no alcanza a apaciguar el paisaje, entonces deviene el desamparo, hilflosigkeit, y en el mejor de los casos la angustia con su marco.

Una de las funciones del fantasma es precisamente dar una respuesta al ¿Che vuoi?El fantasma sostiene el deseo y es también donde el goce se ordena.

Intento situar esos momentos en el análisis donde el agujero no puede localizarse. Donde el agujero (trauma, trou) que todo ser-hablante soporta no funciona como un “buen” agujero que permita que la causa divida al sujeto. Hay “falta” si el agujero recibe la caída del objeto a causa del deseo.

En los tiempos de pandemia que venimos atravesando, resguardar la función de la palabra es crucial para dar un lugar al desamparo y/o la angustia. La palabra del analizante deja sus dichos y es a partir de ellos que se puede reintegrar un decir en el análisis. ¿Qué sucede cuando los “dichos” no hacen serie significante, es decir, cuando no se han enlazado a otros “dichos”? Hace falta el decir. El trauma es precisamente lo que no hace serie, es lo actual y lo eterno que eluden la dimensión del tiempo.

La virtualidad nos ofreció un recurso para alojar el decir pero la tecnología no suple la “presencia del cuerpo real del analista”: sus gestos, su modo de andar, la circulación del dinero. Tienen su limitación.

En el año 2013 1escribí sobre el valor de acto que tuvo el “gesto” de Lacan al rozar con su mano la mejilla de una analizante. Lo hizo con “infinita dulzura”, dijo ella. Ese toque en la mejilla puso en acto el significante “gestapo” (gest a peau, gesto en la piel en francés) que remitía a su historia infantil de terror a los soldados nazis. En fin, una intervención así es imposible sin lo real de los cuerpos.

Bienvenidos los recursos para sortear las dificultades que la pandemia nos impone pero me hago la siguiente pregunta: ¿quedarán para siempre incorporados a nuestra práctica? Una cosa es atender un llamado desolador fuera de la sesión y otra instituir la virtualidad como modalidad sistemática.

Freud pensaba que el trauma era verdadero, Lacan dice que no, que Freud creyó en el valor del trauma de sus histerias.2 Para Lacan, lo verdadero consiste en decir “boludeces” y es por la ranura de lo verdadero que podrá producirse un efecto de verdad a través del tropiezo.

En definitiva, la letra es un borde que permite situar el agujero y surge si el analista “en cuerpo ubica el a en el lugar del semblante”3

Quizás todavía no estemos en el momento de entender qué nos pasó durante esta catástrofe puesto que estamos aún bajo sus efectos. Remarco el “nos”-pronombre que el título nos acerca-, porque tanto el analizante como el analista han padecido la misma situación.

Ante la desesperación y el llanto desconsolado de un analizante me encontré diciendo: “esto nos pasa”. Intervención que me sorprendió porque no es de uso habitual en mi práctica. Esa intervención provocó alivio inmediatamente. Para finalizar. ¿Será esta una ocasión para evocar aquella frase de Lacan?: “Somos hermanos de nuestro paciente en la medida en que somos, como él, hijos del discurso.”4

1 González, Oscar.: Decir Aún. Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis, Buenos Aires, 2013.
2 Lacan, J. : El fracazo del UN-desliz es el amor. Ed. Artefactos Pág. 162.
3 Lacan, J. : “...o peor”. Ed. Paidós. Pág. 226.
4 Lacan, J. Ïdem 3, pág. 230.




por Graciela Berenstein
EFBA - Escuela Freudiana de Buenos Aires
gracielaberenstein@gmail.com

¿Podemos hablar de post aislamiento?

Considero que estamos en el tiempo de comprender. No en el momento de concluir. Intentando elaborar qué nos pasó. La vuelta a la presencialidad nos permitiría ubicar que estamos en el post aislamiento sin embargo nos encontramos en un momento de transición entre lo que vivimos y lo que vendrá ya que en lo que se refiere a la pandemia epidemiológicamente no finalizó.

Me sitúo desde mi pertenencia a la EFBA y al Htal Muñiz. En el Htal el tema de lo presencial se juega de otra manera que en el ámbito privado. En las instituciones la norma es la atención presencial.

Como psicóloga de guardia ubico el 2020 como el tiempo de la irrupción del trauma “esa ruptura brutal e inesperada del curso de la existencia” y como respuestas la “espera angustiosa” y los “equivalentes del ataque de angustia”.

El 2021 como el tiempo de ingreso a Terapia Intensiva con familiares de pacientes a despedirse de sus seres queridos, acompañamiento y sostén de los inicios de duelos a tramitar. Habiendo cambiado la normativa se les permitía a los familiares despedirse. Esto fue un cambio muy importante. En los momentos en que no se podía asistir ni a hospitales ni a cementerios, la escena quedó interrumpida abruptamente sin el ritual y lo simbólico que enmarque la pérdida.

En la atención privada, resistencias a lo presencial. Aparecen enunciados como distancia y optimización del tiempo.

La virtualidad permitió que el lazo social se sostuviera con otros formatos. Las consultas en pandemia aumentaron. Sostenemos tratamientos con pacientes que en algunos casos aún no conocemos personalmente, aunque vivan en la misma ciudad.

Se respondió a la pandemia con los recursos psíquicos con los que se contaba. No fue lo mismo para los que tuvieron pérdidas significativas, atravesando duelos. Pero todos estuvimos privados de poner a jugar nuestros goces en la escena del mundo.

La imagen se dividía, de la cintura para arriba, la escena pública y de la cintura para abajo, pijama y pantuflas.

La pulsión, esa que “no tiene, ni día ni noche, ni primavera, ni otoño ni alza ni baja”, hizo de las suyas. Excesos.

Ahora el encuentro con los otros, no mediatizado por pantallas, con el semejante en la dimensión imaginaria o el prójimo como “la inminencia intolerable del goce" y las resistencias a volver a poner el cuerpo en la escena, no sólo en la del análisis.

La voz era el instrumento privilegiado para hacer pasar en la enunciación algo de presencia que sostuviera y acompañara. Y generará el lazo de intimidad en el que intentamos con el deseo de analista operando que algo del efecto sujeto se produzca.

Un paciente sostuvo su análisis de modo telefónico durante los dos años de pandemia. Dice: -dos años escuchando sólo tu voz, te ví y pensé, tenía cuerpo esa voz, sentí un impacto como de no reconocerte hasta que hablaste, no es lo mismo un silencio en el teléfono que un silencio presencial, hay algo que se pierde sin la presencia real-. Cierto efecto siniestro que se pacifica cuando la voz se une a la imagen.

¿Cómo quedó inscripto este tiempo? Difícil ubicar un hecho acontecido en el 2020 o 2021.Volver a lugares a los que se asistía antes de la pandemia con la expectativa de un re-encuentro es un des-encuentro. Ya no somos los mismos.

El tiempo cronológico que parece haberse congelado en la pandemia muestra sus efectos en el sujeto. Efectos que iremos viendo en el aprés coup y en el caso por caso.

“Hay un único lugar donde ayer y hoy se
encuentran y se reconocen y se abrazan.
Ese lugar es mañana.”

Eduardo Galeano

Freud,S -Pulsiones y destinos de Pulsión .O. C.T XIV, Buenos Aires, Amorrortu
- Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de “neurosis de angustia”. O.C.T III, Buenos Aires, Amorrortu
- Lacan, J. El Seminario. Libro 16, Buenos Aires, Paidós
- El Tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada, Buenos Aires,siglo XXI.




por Silvina Naveiro
EFLA - Escuela Freud-Lacan de La Plata
silvinanaveiro@gmail.com

Comenzando a bordear la pregunta, podemos situar que en el tiempo de aislamiento obligatorio el cuerpo había quedado confinado tras una pantalla de silicio, sustraído del encuentro con otros cuerpos, a resguardo, aislado de la amenaza de muerte que portaba el otro. En ese momento, la atención on line fue nuestra única posibilidad de armar la escena analítica. Hoy, tanto en los análisis como en la formación, la virtualidad es una opción, a determinar en cada caso, cuáles son sus alcances y sus límites.

Partiendo de este tiempo previo, me gustaría pensar el post-aislamiento como la salida del aislamiento de los cuerpos. Surge la pregunta: ¿es necesario el cuerpo en el análisis? Cuestión que se plantea tanto desde el lugar del analista como del analizante. Si el cuerpo del analista funciona como caja de resonancia del decir analizante, es necesaria esa caja para que algo del vacío se ponga en juego haciendo que resuene el goce al que el sujeto está fijado.

Haciendo pie en la clínica, volver al consultorio podría pensarlo como una decisión ética, apuesta a instalar nuevamente allí el espacio analítico en transferencia. Salida del modo digital, tan poco hospitalario del vacío, ahí donde la presentación de la voz en su modo más pathético que es el silencio, suele quedar degradada a error de conexión.

Fue una invitación, una oferta que aceptaba que algunos no volvieran. Momento propicio para hacer lectura, en cada caso, de lo que estaba en juego ante la posibilidad del retorno. Apuesta a que la salida del aislamiento fuera un movimiento motorizado por el deseo y no una respuesta a una demanda que fijara al sujeto a una potencia o impotencia.

¿De qué modo vuelve a armarse la escena del fuera-de-casa, con su cuota de exogamia que supone la pérdida de goces consolidados en el aislamiento-en-casa? Apertura a la creación de un modo de habitar el mundo que será con inhibición, síntoma y angustia.

Se me ocurre como efecto de esta escritura, que dar tiempo hace falta. El objeto del deseo no está dado, lo soporta el analista cuando se establece la transferencia y es necesario el despliegue del análisis para que sea posible un corte con el goce que tapona la falta. Es un tiempo que no tiene medida, el tiempo necesario para que ese movimiento se produzca.

Dar tiempo entonces puede ser una respuesta subversiva del psicoanálisis a esta aceleración del tiempo que impone la digitalización de la vida cotidiana, con su demanda incesante de productividad al ritmo de la lógica del mercado.

Así, como efecto de una primera entrevista con una adolescente que tenía como motivo de consulta la “orientación vocacional” se concreta un viaje pensado para los 15, al que la familia había renunciado en la pandemia. La joven seguía “colgada con eso” en el decir parental y ese tiempo ya había pasado. Este viaje la ubicaba en otro lugar en relación a sus padres, modificando los goces en los que quedaba enlazada ¿Dar el tiempo de descolgarse de ese lugar en relación al Otro? Leo el efecto como un movimiento de la orientación vocacional a la orientación del deseo. Es a partir de ahí que pueden habilitarse otros enlaces del goce.

El análisis “se adentra en la falta central donde el sujeto se experimenta como deseo”1. Quizá el post-aislamiento sea un tiempo de orientación del deseo.

1 Lacan, Seminario XI “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. Paidós 1964

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