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Un señuelo - Claudia Lujan
El valor clínico del concepto de angustia.

por Claudia Lujan

La propuesta de esta nueva Moebiana es una invitación a hablar de la angustia, una vez más, para poder rescatar su valor clínico a la hora de pensar la dirección de una cura. ¿Qué función tiene la angustia para el psicoanálisis?

Cuando nos adentramos en este tema, con lo que nos encontramos es con que “no hay hilo”.1“Cada eslabón no tiene más sentido que dejar el vacío en el cual hay angustia”.2

La angustia desconcierta; produce desorientación, desborda las capacidades racionales y conscientes del sujeto. Es el afecto penoso por excelencia, nos dirá Freud; genera un gran malestar y se apropia de gran parte de nuestra existencia. Muchas veces confundida con la ansiedad, la angustia es lo que no engaña.

Pero no se puede estar sin hilo, o sin red, por mucho tiempo. No se puede permanecer por largo tiempo en la angustia. La angustia es un fenómeno temporal que exige resolución, o vira hacia el síntoma, o vira hacia el acto. El momento de la angustia es un momento bisagra; activa un movimiento. Bisagra entre los dos pisos del grafo que nos propone Lacan, entre el plano del enunciado y la enunciación, entre el goce y el deseo, entre el síntoma y el acto.

Angustia y síntoma se “subrogan” y “relevan” entre sí. Pareciera, dice Freud, que los síntomas fueran creados para evitar el estallido del estado de angustia.

A lo largo de su obra, Freud va dando vueltas al asunto, va construyendo el concepto poco a poco, intentando acercar alguna formalización respecto de qué es la angustia para el psicoanálisis, cómo se produce, cuál es su mecanismo y qué hacemos con ella.

Así, propone una primera teoría que será reformulada años más tarde a partir de sus observaciones en la clínica; fiel a una posición ética según la cual si los hechos contradicen la teoría hay que cambiarla.

Entonces dirá que no es la represión la que causa la angustia, sino que es a la inversa. Es la angustia la que produce la represión.

Es en “Inhibición, síntoma y angustia” donde encontramos su formalización como el retorno de un deseo pulsional reprimido que despierta en el yo una señal de angustia que activa la represión.

De todos modos, y tratando de ser prudente, Freud nos advierte que no está dicha la última palabra: ninguna novedad sobre “la concepción de la angustia y de las pulsiones básicas de la vida anímica podrá considerarse la solución de estos huidizos problemas”.3

Siguiendo los lineamientos freudianos, entonces, podemos decir, a grandes rasgos, que la angustia es un afecto que opera como faro orientador en la clínica, señalizando un peligro inminente -amenaza de castración- que atenta contra el sujeto. La angustia, nos transmitirá Freud, está al servicio de la autoconservación. Tiene su sede en el yo y se manifiesta en el cuerpo; desde el nudo en la garganta, hasta los ataques de pánico.

Con Lacan la cosa cambia un poco.

La conceptualización que el psicoanálisis hace de la angustia, a partir de Lacan, pone en el centro de su lógica al objeto a.

El objeto a con sus dos tiempos: el tiempo de presencia: objeto de goce, o su costado de ausencia: el objeto de deseo. Nuevamente la bisagra. La angustia señala la conmoción que produce el goce del objeto alojado en el fantasma, concierne a la presencia de lo que debería faltar.

Entonces, la angustia no es sin objeto. Justamente lo designa; ahí está la “cosa”. Por eso Lacan aconseja, y Freud también, “ver en qué punto privilegiado ella emerge”. 4

Esto es un dato fundamental en la clínica; justamente porque ante la emergencia de la angustia el acto del analista deberá orientarse a la máxima diferencia posible. El acto del analista reintroduce la castración allí, da lugar al vacío en el cual pueda armarse una red. La función del analista será la de volver operativa la falta.

Habrá que dilucidar en cada caso de qué objeto se trata y cuál es el goce que allí se juega.

Dejo abierta una pregunta: ¿Es la misma angustia aquella que señala la posición del sujeto en el fantasma -como objeto del Otro-; que la angustia que emerge frente a la inminencia de un acto? Como decía Kierkegaard, ¿la angustia acontece frente a la posibilidad de la libertad?

Bueno, quizá debamos dejar abierta la vía para seguir hablando de la angustia.

Claudia Lujan
claudialujanar@yahoo.com.ar


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1 Jacques Lacan, Seminario de “La angustia”. Versión Íntegra
2 Ibid 1
3 Sigmund Freud. Conferencia Nº 32. “Angustia y vida pulsional”
4 Jacques Lacan Seminario La angustia. Versión Íntegra.