< Moebiana72 / Convocatoria
“No hay comunicación en el análisis sino por una vía que trasciende al sentido, la que procede de la suposición de un sujeto al saber inconsciente, es decir, al ciframiento. Es lo que articulé: sujeto-supuesto-saber.
Por ello la transferencia es amor, un sentimiento que adquiere allí una forma tan nueva que introduce en él la subversión, no porque sea menos ilusoria, sino porque se procura un partenaire que tiene posibilidad de responder, no es el caso en las otras formas (…) Insisto: es el amor el que se le dirige al saber”.1
Se trata de una subversión, que se produce en la función, en la estructura del saber. El saber no sabido del que se trata en el psicoanálisis es un saber que se articula, que está estructurado como un lenguaje. Dimensión propia del parletre.
¿Cuál es esa dimensión propia? El ser parlante se distingue del animal, por el hecho de habitar el lenguaje. Por esa “capacidad de transferencia"2, de lo que introduce la terceridad del campo del Otro. Allí donde el sujeto se captura como cuerpo unitario al amparo de la mirada del Otro, encuentra su unidad en la imagen del Otro que es su propia imagen anticipada.
La condición traumática del agujero como efecto del lenguaje funda la estructura que produce un vacío. Para que se funde ese espacio, hace falta que una representación psíquica esté vaciada, por un efecto de sustracción. La represión original toca el punto de falta de objeto, dando lugar a un sujeto.
El lenguaje debe ser incorporado. El lenguaje interviene en ese cruce entre cuerpo y significante. El sujeto se constituye al ser hablado por alguien que ocupa el lugar de Otro. El infans vive con júbilo la adquisición de esos primeros sonidos que darán lugar al fonema, los que serán incorporados como significantes que se adhieren al cuerpo como voz.
La cadena significante está soportada por una escritura que introduce el lenguaje. No accedemos al significante, sino al efecto de sentido. Un trazo que soporta la presencia ausencia. Accedemos al efecto de sentido, en tanto el entido está forcluído. Si hay trazo que soporta el vacío de significación, hay significante, y puedo metaforizar.
La palabra en su función ficcional y su estructura de ficción, define el lugar de lo que se llama la verdad, es decir también de mentira. Ya que la verdad no dice la verdad salvo cuando dice miento, nos recuerda Lacan. Pues toda designación es metafórica, es decir que no puede hacerse sino por la intermediación de otra cosa, por su naturaleza se evoca un referente. La estructura misma del lenguaje conlleva una falla. Desde eso que equivoca, nos constituye como hablantes.
En la primera clase del Seminario el Saber del Psicoanalista, charlas de Santa Ana, Lacan pone a trabajar un neologismo, producto de un lapsus que es leído e interpretado por él mientras se encontraba dictando la conferencia. Quiere hacer alusión sin nombrarlo a uno de los autores del Diccionario de Psicoanálisis, Laplanche pero lo confunde con el autor de un Diccionario de Filosofía, Lalande.
Una vez producido el lapsus y leído, precipita otra escritura, que juega con el equívoco, lalengua (lalangue). Un neologismo que le permite agujerear el lenguaje. Llega más lejos, en la última clase del Seminario Aún, afirma que el Lenguaje no existe; que no existe sino en tanto que “es lo que se procura saber respecto de la función de lalengua”3. La cual dirá que sirve para algo que es diferente a la comunicación, será aquello que designa lo que es asunto de cada quien, lalengua materna. Aquello que afecta, en tanto enigma, que se presentifica por el inconsciente. Entre saber y verdad se sostiene el discurso inconsciente nos dirá Lacan, y lo comprobamos por sus formaciones. El sujeto ex-siste ahí donde el Otro yerra.
La estructura del equívoco forma parte del discurso psicoanalítico. La irrupción del lapsus plantea un enigma frente al que estamos advertidos podrá ser dicho a medias. La dimensión de la falla, de lo que equivoca, habilita la ocasión de recrear en una nueva metáfora que habilita otro sentido. Errar en el lapsus aceptando que toda respuesta es ficticia.
Sabemos del inconsciente por experimentar en acto la transferencia, que se estructura como un lenguaje hipotético respecto a lalengua. Advertimos sobre el inconsciente cuando es leído, es decir interpretado. El inconsciente será metáfora de amor en tanto subvierta el saber anudado a lalengua.
Un lapsus es ya una lectura del escrito inconsciente. En el Seminario 24, “Lo no sabido que sabe de la una-equivocación”, Lacan dirá que el lapsus se sostiene en el tejido mismo del inconsciente. No se interpreta el sentido, sino que se pone a jugar el inconsciente que equivoca. Operamos inmersos en una lógica, la del inconsciente, a nivel de la superficie del discurso. El inconsciente es ese saber inscripto en lalengua… y por eso falla.
Lucia Isasa
luciaisasa@hotmail.com
Descargar
1 Jacques Lacan: Otros Escritos, Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos, Ed. Paidós, pág. 584.
2 Jacques Lacan: Seminario 9. Le Identificación (Versión crítica), circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Clase 3: 29 de noviembre de 1961, pág. 8.
3 Jacques Lacan: Seminario 20: Aun, clase del 26/06/1973, Ed. Paidós, pág. 167.