Quise publicar en esta ocasión de festejo y celebración de los 20 años de la Efla el texto Las consultas. Lo que insiste. El qué hacer del analista. Lo presenté en las VI Jornadas de Escuela: Los primeros pacientes y la autorización del analista. La mesa se tituló Quejas, demanda de felicidad, de amor y de goce y la compartimos con Marisa Pellejero, María Virginia Vigo y Anabella Ottaviani. Coordinó: Sandra Alderete. Las organizó la Comisión Directiva precedida por Paula Levisman. Se realizaron el 14 de septiembre de 2018 en el Centro de posgrado de la UNLP, Edificio Karakachof.
Quiero publicarlo dado que fue mi primera participación en las jornadas de escuela luego de varios de años de participar en carteles, grupos y de asistir a seminarios en la Efla. Me dio alegría haberme decidido a presentar porque me permitió decir algo de lo recorrido hasta allí, y luego fue andamiaje para llevar adelante un grupo de enseñanza como co-enseñante. Quiero compartirles entonces este texto que tanto ha sido producto como causa en mi formación como analista, en nuestra querida Efla.
Las consultas. Lo que insiste. El qué hacer del analista
De lo que tenía ganas de decir y, espero algo pueda aportar a esta mesa titulada “Quejas, demandas de felicidad, de amor y de goce” recorto una pregunta: ¿qué se espera de un psicoanalista?
“Lo que se espera de un psicoanalista es, como dije la última vez, que haga funcionar su saber cómo término de verdad”
“Es ahí donde estaba el plus de goce, el gozar del otro, adonde yo, en tanto profiero el acto psicoanalítico, debo llegar.”1
Estas son afirmaciones de Lacan en el seminario El reverso del psicoanálisis.
Parto de ellas para poder aproximarme a cómo un artificio de palabras podría tener incidencia ante aquello que nos llega a las consultas y que, en apariencia exceden las cuestiones de palabras. Los pacientes traen con su consulta, las más de las veces, un planteo práctico. Algo en su cotidianidad no anda, o no anda como quisieran.
¿Decime qué hago? Preguntas que, en el caso de la clínica con niños, nos las formulan los padres. A veces el equipo psicopedagógico, cada tanto los asesores del juez. ¿Es que acaso podemos, tenemos las herramientas y nos corresponde, dar alguna respuesta a esas quejas y pedidos?
A sabiendas de lo imposible de curar y educar será la apuesta del psicoanalista el que dé la especificidad a su práctica.
Una consulta
Para hablar de un pedido más específico quise traer la segunda consulta que recibí, la primera por un niño. En aquella ocasión el pedido de tratamiento lo realizó la mamá del niño. Juani tenía unos 5 años y ese año comenzaba primer grado. A la mamá le preocupaba que su hijo aún se hiciera pis. Generalmente de noche. Le preocupaba sobre todo porque anticipaba que esto no iba a ser bien recibido si sucedía en la escuela.
Primeros pasos en mi práctica clínica, estaba advertida que la cura viene por añadidura, pero no podía evitar pensar que se esperaba del tratamiento que de alguna manera Juani acceda al control de esfínter, deje de hacerse encima. ¿Cómo se iba a arribar a eso por venir a jugar y dibujar con un analista?
Del lado del niño, lo que insistió
Juani dibujaba y jugaba en nuestros encuentros. Le había ofrecido una carpeta, que quedaba en el centro de salud donde atendía, donde guardar los dibujos que realizaba.
Con bloques y dinosaurios se empezaba a escenificar una batalla. En cada sesión avanzaba en los detalles de esta puesta en escena. Una sesión construimos aviones con los bloques. Al ponerlos a jugar, nuestros aviones se chocaron y dispersaron sus piezas. En ese instante Juani se hizo pis.
Presentificación que irrumpió el jugar. Que el síntoma sea llevado a la escena analítica era algo de lo que también estaba enterada por la teoría, y por mi análisis, pero no dejo de sorprenderme. ¿Cómo explicarle a la madre que aquello por lo que consultaban se había reproducido en la sesión?
Acontecimiento que me llevó a sostener en acto que esa repetición, en vivo, era de buen augurio para el tratamiento. Algo habré atinado en lo que dije ya que el tratamiento continúo. Quiero decir: la madre siguió trayendo a Juani a sus sesiones.
Retorno a mínimas conceptualizaciones
La repetición no es la demanda. Freud, en Más allá del principio del placer, se sirve de un juego infantil. Está abordando la compulsión de repetición, acuñando el concepto pulsión de muerte y se detiene en la repetición del juego de su nieto. Dice de este juego que era un intento de domeñar activamente una situación vivida en forma pasiva. Repite una situación displacentera.
Según Lacan, ya en Freud esta repetición implica defecto, fracaso.
¿Será por eso que asistimos a jugar una y otra vez el mismo juego –que nunca es el mismo- porque apostamos a que algo allí se gasté?
Siguiendo con Lacan en su abordaje de la repetición freudiana, y también en el seminario 17, señala allí que su aporte es el rasgo unario (lo había hecho en el seminario de la identificación).
En medio de esta articulación de la repetición, repetición significante en tanto un significante se pone en serie al rasgo, y por el cual un sujeto será lo que un significante represente para otro significante. Repetición inaugural subraya Lacan, en la que hay pérdida de goce.
Lacan afirma con esta lógica que un pequeño dibujo sobre un papel podemos llamarlo máquina (para acumular energía). Parece ironizar: bastaría que la tinta fuera buena conductora, pero no hace falta. La marca es ya en sí misma conductora, medio – y mengua, mella- de goce.
Para finalizar: misma consulta con otro pedido
Al tiempo de haber dejado de atender en aquel centro de salud me llamó su secretaría porque habían vuelto a consultar por Juani. Él pedía por sus dibujos, los que había realizado en nuestras sesiones. Volvía - a sabiendas o no - siguiendo sus marcas. Esta vez la persona de aquel analista ya no estaba allí para tomar la posta del pedido de la demanda del sujeto, pero los lugares (de quien pide y hacia dónde dirige su pedido) ya habían comenzado a dibujarse.
sandrairibarne03@gmail.com
1Lacan, J. (1975) El seminario de J. Lacan libro XVII: El reverso del psicoanálisis. Bs. As. Ed. Paidós. 10° reimpresión 2012. Cap. 3, pag. 56.