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Cartel, órgano de base

por Cristina Borda


El 21 de octubre de 2020, cuando el confinamiento de los cuerpos dificultaba el lazo con otros, en la EFLA no se realizaron las Jornadas de Carteles correspondientes a ese año. La Secretaría, organizó un Foro-debate: “Cartel y lazo social en la formación de los psicoanalistas”. Tres miembros fuimos invitados para presentar trabajos en los que abordamos diferentes ejes. Hoy, al reescribir lo trabajado, vuelvo a valorar esa actividad, porque en su momento me permitió pensar algunas cuestiones sobre el cartel y el cartelizante, ya que en el tiempo en que uno está como cartelizante no es posible reflexionar sobre la función y estar en ese lugar simultáneamente.
Hablé sobre el “cartel como órgano de base de una escuela de psicoanálisis”, que era una de las propuestas que nos habían acercado desde la Secretaría. Me interrogaba la idea, que si está en la base, uno podría pensar que en la escuela, está desde el inicio para organizar el trabajo que los integrantes quieran realizar. Sí y no. No en tanto que la escuela no cuenta con una estructura estanca, anterior al acto que la hace existir; y sí en tanto que es fundante del discurso que produce, y del lugar que alguien puede tener para hablar desfavoreciendo el efecto de alienación al lugar del ideal. Entonces, no está en la institución como anterioridad, se produce al ocupar ese lugar que Lacan llamó cartelizante.
“Òrgano de base”. ¿Por qué Lacan lo llama así y dónde se encuentra dicha cita? Ubicarlo fue revelador, porque a partir de ahí, pude ordenar la experiencia que en un recorrido hice, desde que ingresé a la escuela, una experiencia que no puede ser relatada en orden cronológico.
En el `64, en el acta de Fundación de la Escuela Freudiana de París, Lacan da los lineamientos y nombra a los pequeños grupos de trabajo, “cartel”. En el Acta, inscribe un modo de trabajar en la escuela apostando a delimitar la lógica propia del discurso psicoanalítico, a limitar los efectos de masa en la institución. Inscribe un deseo y aporta un dispositivo discursivo para llevar adelante la tarea; la transferencia de trabajo como motor, pero no sin olvidar que la escuela y el cartel responden a la lógica de lo colectivo, de la comunidad de experiencias que no se sostiene en un reglamento.
Luego en el año `80; en el acto de disolución de dicha escuela, lo nombra órgano de base, allí su enunciación es sanción: “Disuelta lo está, por el hecho de mi dicho”… “Yo mismo, intenté inspirarles otro deseo de ex–sistir. En eso tuve éxito”. Preocupado por disolver el efecto de encolado que entre los miembros de la escuela se había generado, y teniendo a su persona como obstáculo por los efectos de fascinación que producía, encuentra como único camino posible, la disolución. Se resta en acto, cava una falta en el meollo donde se cocinaban los excesos. La relación al otro es necesaria pero cuando es bajo la forma de la fascinación las jerarquías van al lugar del 1, y hay identificación al líder impidiendo que la comunidad de experiencias haga lugar al uno por uno.
Podemos señalar que el cartel como dispositivo de escuela, con sus lineamientos es una herramienta que está a la espera del cartelizante; más de su efectividad sólo podemos saber après-coup, cuando el decir alcanza valor de acto, en tanto es otro modo de ex-sistir que está en relación al decir y no a la determinación.
Los términos analizante, enseñante y cartelizante se hacen solidarios ya que tienen en común la posibilidad de producir efecto sujeto.
Lacan, el mismo día de la disolución de la Escuela Freudiana de París, y acompañado de algunos que no habían pertenecido a ella, funda la Causa Freudiana. Restauró en su favor el órgano de base retomado de la fundación de la escuela, es decir, el cartel. Funda, no sin el cartel, pero no sin, es lo mismo que decir con? Pasaje del Otro como garante, al otro como realidad efectiva de la experiencia de la castración.
La realidad que inaugura un discurso es efectiva, no sustancial, no está en algún lugar como fundamento de algo, es la realidad en su ejercicio y su eficacia misma, presente.
Este dispositivo de escuela posibilita, a quien lo quiera hacer, tomar la palabra, primero en la intimidad del pequeño grupo donde se puede desplegar la confianza, y luego en las jornadas de carteles donde cada integrante a nombre propio toma la palabra para hacer pasar algo de ese trabajo, que si bien se desarrolla con otros, su producto es a nombre propio. Es un instrumento de producción que parte de lo común, pero que no da lugar a un producto colectivo. Debatimos, nos interrogamos con el otro, pero cuando nos desanudamos sólo nos llevamos nuestro trabajo que no es el saber acumulado. Lo que entendimos, las preguntas que nos quedaron, y principalmente una experiencia respecto al lazo y el discurso.
El cartel es a la escuela, como la escuela es al cartel ya que comparten una misma lógica discursiva; y mas aún, nosotros los analistas inscriptos en la escuela y aceptando la lógica del no todo, asumimos la imposibilidad de hacer una institución analítica sostenida en lo grupal, no por principio moral o reglamento, sino porque en esta comunidad de experiencias, cada uno está allí con su modo de existir, y es con eso que tiene que hacer algo.
Retomo de Lacan, “en eso tuve éxito” frase dicha en el momento de la disolución, cobra valor por el peso de la enunciación que porta: “Intenté inspirarles otro deseo de ex–sistir”, y eso ni más ni menos es lo que hizo al sostener la transmisión del discurso en el lugar de la causa.
Hoy los analistas, contamos con la escuela como significante efectivo y no con un líder en el lugar del origen; siempre y cuando la escuela no caiga el lugar de la idealización. La escuela como dispositivo para la transmisión del discurso conlleva en sí misma una lógica que no se apoya en que haya universo de discurso. Por eso, si la escuela tuviera un tiempo verbal, sería el presente continuo, siempre se está efectuando. Allí podemos decir, como órgano de base es orgánico para la institución, porque orienta el hacer que en ella se efectúa para sostenerse en el discurso que aceptamos. Otorga una organicidad a la institución psicoanalítica, delimita lo que es del discurso y que no lo es.

m.cristinaborda@yahoo.com.ar