Escrituras acerca de la permanencia en la Efla
por Cartel de Entrada y Permanencia · carteldeentradaypermanencia@efla.com.ar
Cristina Borda, Flavia Martin Frias, Silvina Naveiro, Romina Scordino
¿Es la escuela un refugio al malestar en la cultura? ¿Cómo nos trabaja la permanencia?
Pregunta que pusimos a trabajar en la actividad que realizamos sobre fines del año pasado en la Efla. En el primer encuentro “La permanencia en la escuela. Efectos de lo imaginario”, miembros y participantes de la escuela, nos ofrecieron sus decires acerca de la permanencia. En el segundo, “Escrituras acerca de la permanencia en la Efla”, tres cronistas retomaron lo producido para ofrecer una lectura posible, que compartimos en este escrito.
La permanencia en la escuela no va de suyo, sino que es necesario hablarla, cuestionarla, estimularla, agujerearla y así hacerla emerger, despegándola del imaginario. Si bien no desconocemos que el imaginario es necesario, a veces se torna aplastante.
¿Es lo mismo permanecer que pertenecer? Si bien todos pertenecemos a la escuela, la permanencia es de cada uno. Entonces ¿Qué lugar para la diferencia?
Al decir de Amalia Cazeaux, “La diferencia rompe con lo mismo, con la creencia de igualdad, también con la idea de totalidad, produce ruptura de la captura imaginaria que en los grupos puede aparecer. ¿Se toleran las diferencias?...La permanencia en la efla es del orden de la experiencia, se hace en el recorrido, en el trayecto, leyendo el modo en que se ha estado pasando por diferentes lugares. Es una invitación a tomar la palabra y decir de ese trayecto singular…. La escuela no está garantizada, hay que producirla en el marco de los dispositivos. La escuela funciona como un espacio que requiere renovación y recreación de la falta… Es refugio si se realiza como conjunto abierto”.
Al seguir dialogando con los textos, las letras de Jesuan Agrazar nos responden así: “No hay aquí psicoanalistas, hay analizantes; mi pregunta es si eso no lo produce -en parte- el conjunto. Por lo pronto, como efectos de la Escuela en lo imaginario, me aproximo a decir que -en ella- el trabajo, los encuentros, los desencuentros, las lecturas de los obstáculos, el valor de la diferencia, la temporalidad que se plantea, sus dispositivos, las rotaciones, propician un lazo capaz de producir trama; tejido vivo, por poner en función un agujero que revitaliza, que causa, que relanza y renueva. ¿No son acaso éstos componentes de un refugio posible al malestar en la cultura?”.
Virginia Nucciarone en su lectura de lo acontecido produjo estas ideas: “La escuela como refugio ante el malestar en la cultura se configura en un espacio de tensión entre “comunidad y soledad” en cuya composición se puede leer “comunidad en soledad”. Así, la permanencia se aleja de lo que podría ser un estado de filiación, más bien promueve una suerte de “exilio interior” ¿por qué?, ¿para qué?. Se trata de hacer de la ética una unidad común alrededor de la cual se organiza la comunidad analítica. Y aquí nuevamente se renuevan las letras del acta de fundación “La formación de los analistas se anuda y fundamenta en un solo lugar posible: el análisis del analista, que es el eje ético alrededor del cual se organiza la escuela”. La escuela se sostiene en el discurso analítico que es consecuente con la hipótesis del inconsciente que soporta lo real articulado a un deseo puesto en juego en la formación de cada analista.
Es de nuestro interés, como cartel de entrada y permanencia seguir investigando sobre los modos posibles de incluirse y permanecer en la escuela para que siga vigente el objeto por el cual fue creada. En la escuela apostamos a la transmisión, ¿Se relaciona la permanencia con la transmisión? Elegimos publicar este extracto por los efectos, a nuestro entender invaluables, de habernos puesto a hablar, de producir decires que creemos indispensables para la vigencia del psicoanálisis y para que el deseo que genera el buen lazo siga persistiendo en la Efla.