La vida siempre implica un aspecto ineludible de lo trágico, ya que la finitud nos espera a todos, como también de lo risible, lo gracioso, porque en ello nos aguarda una dimensión certera de lo placentero, lo grato, porque en esos goces que se mezclan entre lo cómico, lo humorístico y lo chistoso, abrevan muchos de los sentidos con los que se soporta el existir.
Que el humor es algo propio de lo humano ha sido dicho innumerables veces a pesar de la sospechosa vaguedad que acompaña al momento de definirlo. Y en estos tiempos casi inconcebibles de nuestra “evolucionada” contemporaneidad, donde la enfermedad y la muerte se renuevan por oleadas en la proximidad del otro, proponer una nueva reflexión psicoanalítica sobre el humor, es una apuesta de un ineludible valor al que se arriesga este número de la revista Moebiana. A la vez terminar nuestra gestión -de hecho esta es la última editorial que me toca escribir- para dar paso a otra con el humor en el horizonte, hace propicio que en el encuentro con el otro se manifieste lo agradable, lo cómodo, lo gratamente posible; eso siempre deseable de encontrar en el lazo social entre analistas, como uno de los sustentos primordiales de la perseverancia del psicoanálisis en nuestra cultura.
En este número en la sección convocatoria escriben: Rodrigo Echalecu sobre La carcajada de Guasón en una reflexión acerca de la película Joker, Anabella Ottaviani quien se pregunta sobre lo que es del orden del humor en el pasaje de analizante a analista, Ludmila Hobler que ahonda sobre la función del humor en su trabajo en el cartel de publicaciones, Cinthya Sau escribe sobre el mal humor, Leticia Scottini reflexiona sobre la temática de la revista tomando la comedia de Mòliere “La escuela de las mujeres” y Cristina Borda sobre La práctica del control. En la sección Resonancias, Marisa Pellejero nos habla sobre la “antesala de un análisis imaginario o no” y en la habitual sección Diálogos escriben Guillermina Díaz de la Escuela de Psicoanálisis Sigmund Freud de Rosario, Manuel Rubio de Mayéutica Institución Psicoanalítica y Sandra Alderete de nuestra escuela.
En el desarrollo de la revista se encontrarán también algunos textos de las jornadas “Momento de Concluir” y, como siempre, la información institucional de la escuela.
Terminando el trabajo sostenido por la comisión directiva, el conjunto de carteles y secretarías de dirección durante estos dos duros años, elijo despedirme con las palabras del escritor portugués Fernando Pessoa con los que dimos inicio y motivo a esta tarea de hacer escuela cada día:
Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos.
¿Podemos decir que un chiste tiene la misma dimensión para un sujeto según se trate de una estructura clínica o de otra? ¿Qué especificidad tendría el chiste en la psicosis? ¿Es posible hablar del chiste aquí?
Es un hecho de la experiencia que al atender pacientes habitados por la forclusión del nombre del padre constatemos al humor, pero sin anclaje fálico. El chiste, en cambio, lo requiere. Freud diferenció al humor del chiste, donde contamos “con la contribución que lo inconsciente hace a lo cómico”1 , El chiste permite que “pase” lo reprimido. Es decir que la dimensión del Otro se juega como terceridad, cuestión que no sucede en la psicosis.
Me disponía al reposo en mi casa, ¡ y uno de mis hijos apunta en Netflix al “Joker”!, película que me impactó cuando la había visto en el cine en su momento.
La risa descontrolada del personaje y la invitación de Moebiana sobre el humor, la ironía y el chiste, me encontraron preguntándome en qué momentos, qué escenas son las que se juegan en la película donde Arthur Fleck, el personaje que llegará a ser Guasón, estalla en risa… ¿Qué dimensión clínica se juega en esa risa? ¿A qué razones de estructura obedece? Sin que hubiera chistes de por medio la risa explotaba estruendosamente en el Guasón en ciertas ocasiones…me limitaré a recortar algunas escenas…
Arthur Fleck es el Joker. Nervioso, con la mirada asustada y la voz quebrada intenta componerse antes de empezar su rutina de comedia en vivo en un club de Ciudad Gótica. Esta escena podría tratarse de la de cualquier paciente que padece síntomas fóbicos. No le salen las palabras: cuando intenta hablar, su boca explota en una risa aguda y forzada que no puede controlar. El descontrol de la risa impacta al espectador, por lo estruendoso de la misma, contagia en ocasiones miméticamente pero no es “acorde al fin” (Freud) y no retorna como ese plus propio del chiste que se manifiesta en una risa y que hace referencia al corazón del ser.
Allí donde se trataría de asumir un lugar como sujeto, él llegará a ser Guasón, no lo representa. Asumir la palabra y hacerse representar por ella entre los significantes es cuestión de la neurosis pero no parece ser este el caso. Más bien la risa en sí, aquí, puede apreciarse como compensación de la irrupción de lo real. Si no hubiera risa ahí, ¿acaso con qué nos encontraríamos? Produce escalofríos pensarlo (me referiré enseguida en relación a esto al pasaje al acto).
La risa que alude al chiste toca la cuestión del sujeto, se trata del sujeto dividido. No es ese el asunto aquí. Más bien esa risa aguda y forzada parece devolverle un cuerpo allí donde se fragmenta, una cobertura ortopédica a ese goce que se presenta, lo invade e irrumpe en lo real.2 “Basura- rata- mal olor”- le devuelven las voces, comienza a dibujar la boca con su mano, más allá de la comisura de los labios mientras se restituye y se incorpora.
Esas mismas carcajadas histriónicas, perturbadoras, son las que desbordan al personaje de la película cuando, regresando del trabajo en el metro por la noche, vestido de payaso, es testigo involuntario del acoso a una mujer perpetrado por tres jóvenes de clase acomodada. Asumiendo las risotadas como una afrenta personal, los jóvenes le propinan una feroz golpiza. Reacciona sacando un revolver de su bolsillo y matando a tiros a los tres.
Quizás sea esta una de las escenas más estremecedoras de la película, ahí donde se produce el pasaje al acto y mata a los jóvenes, es una escena desgarradora, en la soledad de un tren de madrugada, vacío, pasa al acto, a dos los remata en el tren, al bajarse en la estación desolada, sigue con su matanza, remata al tercero. La angustia acapara al espectador.
Sumergido en un pasaje al acto, sigue caminando luego de los asesinatos…Caída de la escena, restablecimiento pasando por la vía del asesinato donde el cuerpo se va “armando” de nuevo, bailando extasiado, extendiendo las extremidades, restableciéndose las lazadas del nudo que constan de interpenetraciones a nivel de la estructura.
En el pasaje al acto lo invade un goce corporal que lo desarma, no parece tener el mismo estatuto que el goce del Otro que Lacan ubica como una zona del nudo borromeo en la neurosis. Constatamos un goce no amarrado por el falo que va del odio a un éxtasis de otra estofa…
Claramente en la última escena, queda como puro resto vivo pero dignificado por el otro social, él dentro del auto de la policía ante el impacto del choque, sangrando, prácticamente muerto. Los otros, los manifestantes, la gente común de ciudad gótica, los desfavorecidos, lo rescatan y lo tienden sobre el capot del auto. Guasón se va parando ovacionado por la masa- que lo reconoce como Guasón- al estilo de un héroe que los representa. Se incorpora y baila, dibujándose la risa con los dedos en la cara y danzando con los brazos abiertos.
Antes de subirse al tren y matar, lo habían despedido de su trabajo, nuevamente el encuentro con el rechazo y el odio del Otro como coyuntura dramática.
Empieza a bailar, salida del pasaje al acto danzando, el cuerpo se esparce en el aire, titilan las luces verde azuladas, extiende sus manos, danza, alucina el encuentro sexual con su vecina.
En la escena anterior referida al triple asesinato, que suma a su coyuntura dramática, queda interceptado el Jóker por sexo y muerte, el acoso a una mujer hace retornar en lo real lo forcluído de la inscripción del sexo a partir del significante fálico, significante del nombre del padre. Se empieza a reír a carcajadas. El pasaje al acto es como la caída de él todo. De las cenizas resurge, se va operando la restitución simbólica y el rearmado del cuerpo frente a la irrupción de lo real, se vuelve a vestir, a cubrir, se pinta la risa en la boca más allá del borde erógeno3.
La restitución delirante le permite testimoniar en el programa de Murray Franklyn “¿PUEDES LLAMARME GUASÓN?” (Le pide Arthur al comediante Murray, quien así lo hace y por ende lo Nombra). ¡Es Guasón! Empieza a hablar y dice “Mi vida es una comedia, la comedia es subjetiva, deciden lo que está bien o mal, como lo que es gracioso o no. Maté a esos tres porque eran una basura, ya nadie es civilizado ni se pone en los zapatos de la otra persona, creen que toleraremos todo como niños buenos.”
Es de destacar que para sobrellevar sus alucinaciones, toma medicación, escribe un diario, y visita regularmente a una asistente social. ¿De qué habla con ella? En una ocasión le dice que no escucha nada. No cuenta con escucha analítica. Está afectada porque se queda sin trabajo, el sistema recorta el servicio de asistencia médica para el paciente pero también para ella que queda sin empleo y le anuncia que será la última vez que se ven, “Gente como tú o como yo les importa un carajo”, le dice. Manifiesto rechazo una vez más.
La película nos lleva a ubicar ciertas coordenadas cuando el analista se plantea la dirección de la cura en las psicosis y lo que hace a su posición. Deja entrever un pool de transferencias en juego que sirve a la hora de situar la dirección del acto… es importante considerar ese pool, transferencia a la escritura por parte del Joker, transferencia con la asistente social, con el hospital y con el médico que le indica sus medicamentos.
Interesante sería acceder a esa escritura del diario o propiciarla cuando nos encontramos con esos retazos de escritura…Nos lleva a plantearnos la dimensión de la escritura en el sujeto psicótico, y ahí se destaca en negras letras “Solo espero que mi muerte tenga más sentido que mi vida”. ¿Qué posición la del analista ante esto? ¿Es posible intervenir allí para que el sujeto psicótico no sea tragado por un Odio gozador sin barra?
Si consideramos al sinthome como escritura, pero de otra estofa, Lacan nos aclara que algunos son espontáneos como el de Joyce y otros no, ¿cómo los analistas nos servimos y consideramos a la escritura, y a su vez la propiciamos para acompañar a que se produzca el sinthome frente a las distintas irrupciones de lo real?
Guasón tiene sus alucinaciones y la risa lo repone, le permite sobrellevar esas voces, y hasta ubicarse en una especie de mímica comediante, en esa boca pintada. Su función es hacer reír, como mandato ominoso, como goce siniestro del Otro. “Sonríe y pon tu mejor cara, viniste a repartir dicha y alegría” le decía la madre. Él descubre la historia clínica psiquiátrica de ella y se encuentra con que había abusado de él de distintas formas.
Tiene dibujada y pintada la sonrisa en la boca, una boca en más, agigantada en la cara, desbordando la comisura de los labios, boca que puede tragarlo y llevarlo hasta el fondo de su existencia, a la plenitud de la muerte en cualquier momento. Frente a la irrupción de ese goce se ríe a carcajadas.
Rodrigo Echalecu
rodrigoechalecu@yahoo.com.ar
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1S. Freud. El chiste y su relación con el inconsciente. Amorrortu editor.
2Lacan diferencia Goce del Otro como zona del nudo borromeo para la neurosis y al Goce en el lugar del Otro para las psicosis, goce compacto no barrado por la castración. Seminario RSI. Ricardo Rodríguez Ponte. Traducción EFBA
3Podríamos preguntarnos llegado a este punto si se recorta aquí el borde erógeno de la pulsión oral como operación de estructura.
Y el lenguaje ha recogido este parentesco entre juego infantil y creación poética llamando "juegos" {"Spiel"} a las escenificaciones del poeta que necesitan apuntalar en objetos palpables y son susceptibles de figuración, a saber: "Lustspiel" {"comedia"; literalmente, "juego de placer"}, "Trauerspiel" {"tragedia"; "juego de duelo"}, y designando "Schauspieler" {"actor dramático"; "el que juega al espectáculo"} a quien las figura1.
Freud dice que el adulto juega con la fantasía y los sueños diurnos. Que humoriza. Y que esto lo hace solo el insatisfecho.
La invitación a la escritura, esta vez, tuvo que ver con el efecto de alivio y reencauce del deseo en nuestro trabajo de cartel, a partir del humor y de la risa.
Estas líneas son una continuación de mi escrito sobre el concluir del Cartel de Publicaciones, al que llamé Una banda con swing. Entre otras cosas, sostenía allí que el humor fue un pilar que nos sostuvo en el trabajo. Nos hicimos objeto de consideración humorística, como cuando Freud cuenta que el delincuente que se dirige a la horca un lunes, dice: "Vaya, empieza bien la semana".
Ese swing fue una música que invitó a bailar; la escritura resultó trabajo de escuela. Se me vienen las palabras ameno, liviano, cordial, diversión, recreación, cura. ¿Qué relación tiene con la posición del analista? ¿El humor es solo un sostén? ¿Qué lugar en la dirección de una cura? ¿Y en la formación?
Un análisis, tal como la lógica de escuela, es un juego que tiene reglas, es una ficción lógica. La regla de la abstinencia es una de ellas. No dice que no hay que hablar o no ser amable. Dice que no hay que responder a la demanda ni ser necio con el significante. El silencio del analista, entonces, es no hablar como sujeto.
Me gusta pensar al humor como formando parte de un estilo que no signifique falta de abstinencia. La posición del muerto no se garantiza con seriedad. Una mala lectura puede hacer que el analista se rigidice y no se deje tomar por aquello que surge ni pueda intervenir desde allí.
La lógica de escuela y el deseo de analista posibilitan el lazo y en ese sentido considero que la lógica es di - vertida. "Diversión" viene del latín diversio y significa "acción y efecto de recrear". Sus componentes léxicos son: el prefijo di- (separación múltiple), versus (girado en dirección opuesta, volteado), más el sufijo -sión (acción y efecto). Divertir también es distraer o desviar la atención. Me quedo con la primera acepción.
El trípode freudiano posibilita el humor, la sencillez y la dulzura. Claro que puede fallar; en posiciones rígidas a veces el humor parece desaparecer y aparece la resistencia. Posición rígida es en sí misma una contradicción, porque la posición es ética. El humor va al compás del análisis del analista.
Que no haya relación sexual es una de las condiciones para que el humor exista: los animales no pueden equivocar el sentido. La falta, al recrearse, transmite y se transmite. Lo divertido transmite. Escribimos la falta desde la falta apostando a causar el deseo, a abrir el juego.
Nuestro trabajo divierte al convertir las palabras en significantes: pone a jugar los significantes en la escena analítica, alejándose de la literalización. Si la cura es con la castración, el análisis del analista resulta fundamental para que se pueda servir del humor y divertir, dar otra versión de eso que aqueja. Muchas veces el humor es un recurso que sirve para poder tomar distancia de la voz y la mirada de los otros: la risa surge haciendo de un supuesto objeto, un sujeto. Y toca el cuerpo.
Analizante y analista rotan por los discursos en el juego del análisis, propiciando cambios subjetivos que posibilitan la creación, pero solo si no persiste un discurso. La rotación viene a mover las fichas, a airear. Rotación es diversión.
El descubrimiento del inconsciente, en acto, suele producir risa; irrumpe lo tragicómico como sanción, como interpretación, como verdad develada. Una diferencia: mientras que en lo cómico es suficiente con dos, en el chiste encontramos un tres.
Freud se preguntó por el chiste, el humor y la creación. ¿El humor es una defensa? ¿Una fuga de la realidad? ¿Una creación? ¿Una manera de bordear lo real?
En 1927 nos dice que lo esencial es el propósito que el humor realiza, ya se afirme en la persona propia o en una ajena. Y que es el Superyó quien habla, de manera consoladora al yo amedrentado. En el humor habría un triunfo del yo y del principio de placer capaz de afirmarse a pesar de las circunstancias reales. Mientras el chiste es la contribución que lo inconsciente presta a lo cómico, el humor es la contribución a lo cómico por la mediación del superyó.
Subrayo lo que allí llama actitud humorística. Dice que se trata de un don precioso y raro que no todos poseen. ¿Se trata de un estilo? En el estilo de cada quien se juega algo de lo íntimo, algo del objeto enlazado al nombre propio, que no hace masa.
Mi hipótesis es que el humor habla de otra cosa; no se reduce a un rechazo o a una ilusión. El humor divierte, libera y exige una lectura. Será defensa si actúa como tapón, arrasamiento o agresión. En este punto me pregunto por la transferencia. Freud dice que el proceso humorístico tiene que coincidir con el del oyente porque supone un ecoen él.
El humor tiene la temporalidad del inconsciente: no podría ser premeditado, aunque sea un rasgo del analista. El humor no debiera servir al poder sino a la dirección.
En mi recorrido fui encontrando que la erudición, en algunas oportunidades, es un plomazo.
Cuando el plomo pierde peso y aparece lo divertido, la transmisión en acto sucede.
Plomazo es lo ceremonioso, lo enemigo de lo espontáneo. El psicoanálisis es poético, performático.
Humor y castración van de la mano. Finalizo con palabras de un alumno de escuela secundaria, que mientras estudiamos el concepto de Castración, dentro de la unidad Psicoanálisis, dijo:
Profe, esto es como los politeístas y los monoteístas… los únicos castrados son los politeístas… son más divertidos y solo saben de su tema… el monoteísmo es siempre lo mismo… entonces Dios al ser omnisciente, omnipresente y omnipotente… ¿No está castrado, no?
Ludmila Hobler
ludmilahobler@hotmail.com
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1 El creador literario y el fantaseo. Pág 128
Bibliografía
- Freud, S.(1905) El chiste y su relación con lo inconsciente en Obras Completas. Tomo VIII. Ed. Amorrortu. Buenos Aires.
- Freud, S. (1908) El creador literario y el fantaseo en Obras Completas. Tomo IX. Ed. Amorrortu. Buenos Aires.
- Freud, S. (1927) El humor en Obras Completas. Tomo XXI. Ed. Amorrortu. Buenos Aires
- Lacan, J (2003). La dirección de la cura y los principios de su poder en Escritos 2. Siglo veintiuno editores.
Hablar de los Fundamentos de la Práctica analítica es solidario de hablar de la transmisión, la enseñanza y la formación. Ese fue el nombre del último seminario realizado en la EFLA, donde una de las presentaciones tenía por tema el Análisis de control. Tema que anteriormente había sido abordado por el Cartel de clínica en la modalidad de un foro, con tres invitadas y la participación de los miembros de la escuela que formularon algunos interrogantes. Las preguntas recortaron la preocupación por la formación, el deseo del analista y principalmente por la autorización en los inicios de la práctica.
La inquietud por la práctica y su enseñanza es una cuestión compleja en psicoanálisis, ya que implica hablar de la singularidad, de cómo cada uno se autorizó. Es en el análisis donde el analista puede encontrar en lo que produce, el deseo del analista, pero ¿dónde aprende la práctica de la experiencia? Cómo se va a sostener el psicoanálisis para evitar su extravío y sus desviaciones, son algunos problemas que siempre mantienen, desde Freud, su actualidad. ¿Dónde se aprende la práctica? fue abordado por el cartel de enseñanza y por el de clínica, dando cuenta de su entramado.
Desprender la cuestión de la autorización, de la situación de inicios de la práctica y de cualquier ilusión pedagógica, es importante para poder otorgar el verdadero valor a la autorización del analista, en la vía de la transmisión del discurso del psicoanálisis. La autorización no se otorga, más bien, es algo que alguien puede quererlo para sí. El control es una práctica que no pertenece a los dispositivos de escuela; aunque no quiere decir que la escuela no pueda ofrecer ese espacio para quien quiera demandarlo. Y es muy importante que eso se sostenga así, fuera de toda obligación; porque lo que se regula como obligatorio, exime al sujeto de toda responsabilidad acerca de haber decidido algo, si no hay obligación hay decisión.
El psicoanálisis se funda en el acto analítico, y el acto es propio de la intensión, en la extensión no hay acto analítico; si lo hubiera se correría el riesgo de la profesionalización del acto analítico, y para nosotros la transmisión no tiene tanto que ver con lo que se sabe como sabido.
Freud ya en 1918, se preguntaba si el psicoanálisis se podía enseñar en la universidad. Dice, la orientación teórica se encuentra en la bibliografía, pero la práctica, además de adquirirla en su análisis podrá lograrla en el control. La preocupación por resguardar los conceptos del psicoanálisis y garantizar la transmisión, dio consistencia imaginaria al saber; es decir que el saber se recibe. Esto es ni más ni menos, que sostener la creencia pedagógica, que lo que hoy no se tiene, ya se va a tener y va a venir de otro, no de la relación con el Otro donde me constituyo como sujeto del inconsciente.
El peligro de privilegiar una dimensión del trípode freudiano, y que la enseñanza ocupe cada vez más lugar en las instituciones, conlleva a que el psicoanálisis se convierta en una especialidad académica; pero principalmente, el peligro es estar por fuera del discurso analítico, ya que otorga otra dimensión al lugar del saber. En psicoanálisis el saber es inconsciente, es decir está descentrado respecto del que habla, entonces la función de quien controla, es acompañar otorgando suposición de sujeto al saber que se produce, para que el controlante se autorice. Pueda crear y creer ahí.
La práctica es en transferencia. Y no puede ser con cualquiera, el controlante está en relación transferencial con ese al que le habla, y esto es necesario para que puedan ubicarse los lugares (SsS) y los tiempos ya que es apres coup, es por los efectos que puede decirse si algo aconteció. Sólo bajo estas condiciones, lo que un analista que dirige una cura puede decir a otro analista que lo escucha sobre su práctica, tendrá la posibilidad de estar despojado de su subjetividad, sus prejuicios y sus ideales; porque esto no es realizable a voluntad, sino porque lo que surge y acomoda la escucha, lo que permite al controlante autorizarse es encontrar el saber que produce ahí, como insabido, y que es la estructura misma de la producción de saber, respecto del cual el sujeto es indeterminado. Se produce donde no había, a condición de que se encuentre en función, el deseo del analista. En ese momento quien sostiene esa función que funciona como causa, es el analista de control y de este modo crea la condición para que el controlante se autorice por lo que él dice. Por el saber inconsciente que no estaba antes y que existe por hablar. Lo inexistente no equivale a una nada, se construye. Es importante diferenciar que una cosa es el SsS y otra cosa es, atribuirle al controlador saber sobre el analizante, lo que “no sabía”, no puede recibirlo, pues es lo que descubre hablándole a otro; esto es lo que sería la estructura de un control. Que emerja un sujeto respecto de ese saber que se construye.
En el control, se cuenta de a tres, no hay intersubjetividad, tal como nos lo demuestra el chiste. Para que alguien pueda hacer un chiste, sólo basta que haya uno que mantenga viva la lengua, no es imprescindible la relación dual, aunque hubiera uno solo poseedor de la lengua, habría un Otro. En la película “El náufrago”, Tom Hanks, le habla con ironía y le hace chistes a una pelota que tiene dibujado los rasgos de una cara. Es obvio que no es la pelota quien ríe, la risa sarcástica, es efecto de lo que
Cuando el controlante se dirige al controlador, se dirige en busca de un saber, tan explícitamente como en el análisis en intensión. El controlador se sitúa como analista en relación al saber supuesto; el controlante no se dirige al controlador, no hay intersubjetividad, se dirige al sujeto supuesto; el controlante no es ni alumno ni analizante, se encuentra en un tiempo y espacio para hablar de la práctica, a otro analista.
Entonces en la práctica de control, más que enseñar acerca de la experiencia, lo que se transmite es una lógica del discurso; y con ello el modo como los analistas estamos sujetados al discurso analítico, cómo funciona, y no tanto cómo lo practica cada uno. Se trata de transmitir el sentido de la experiencia y no su contenido.
“El funcionamiento en el control, es de la extensión a la intensión y vuelve a la extensión”1; es crear las condiciones para que el relato del controlante se ordene en discurso bajo transferencia, y vuelva a la extensión en la transmisión, para que el psicoanálisis continúe. Que aquel que se disponga a practicarlo pueda adquirir para sí, aprehender los fundamentos de la práctica, produciéndolos, sin ahorrarse su singularidad.
La irreductibilidad de lo singular, conduce a una positividad: la afirmación del real de la falta que la inconsistencia en el saber revela. Transmitimos lo que no tenemos, a causa del deseo que no puede ser transmitido. ¿Qué debe saber el analista? Ignorar lo que sabe, ya que en la situación analítica hay una suposición, que la palabra es un acto que supone un sujeto.
Cristina Borda
m.cristinaborda@yahoo.com.ar
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1Verónica Kohen
“De la pasión a la comedia”.
Lacan habla de las subdivisiones de lo cómico. Dentro de lo cómico están el humor y el chiste. Algo debe ser compartido con el otro para que el chiste y aún lo cómico logren su efecto. En el chiste necesitamos de un tercero, el que cuenta el chiste, el objeto del chiste, y el otro a quien se le dirige el chiste y que lo sanciona como tal. El humor dice Freud, “es lo más sublime que habita al sujeto”, es otra formación de lo cómico, porque es un modo de respuesta frente a los designios del destino, que en nuestros matemas representamos como Otro. En la comedia hay una paridad, es entre dos.
Lacan dice que lo cómico de la comedia se produce porque pone en evidencia la fijación a un objeto metonímico. Podemos decir, la fijación a un goce.
Lo cómico de la caída del clown, o lo cómico de la comedia, se vincula a la caída de la prestancia fálica. Caída que siguiendo a Freud nos proporciona un alivio, no sólo porque nos libera de la imposición de la prestancia del Otro, sino también, del esfuerzo de sostener la nuestra, en la medida en que el otro representa la dimensión del semejante.
En la comedia “La escuela de las mujeres”, Mòliere constituye un ejemplo. El sujeto queda fijado en la valoración de sí mismo por la relación con un objeto de goce. Se trata de una rigidez que concierne a la posición del sujeto, no a la rigidez de su cuerpo. La caída del cuerpo es el contrapunto de una posición erecta. Algo que no compromete sólo al cuerpo, en la medida en que reenvía a una posición del sujeto ante el Otro.
Para que haya posibilidad de lo cómico, es preciso que la relación de la demanda con su satisfacción no se inscriba en un momento instantáneo, como sucede en el chiste, sino en una relación con algún otro determinado, que le da su estabilidad y su constancia.
La relación dual en la comedia es entre Arnolfo y Agnés.
Dice Lacan “Como todo depende del Otro, la solución es tener un otro todo tuyo. Es lo que se llama el amor”. El amor considerado en éstos términos es el amor romántico, el amor platónico, donde el amor es un ideal y por ende es un amor donde no hay lugar para la falta. La creencia que habita al sujeto en términos de que “lo que le falta a uno está escondido en el Otro”, entonces en éste caso el amor es una pasión y no verdadero amor.
Se trata en la comedia de un personaje llamado Arnolfo que tiene la obsesión dice Lacan, de no ser un “cornudo”, es su principal pasión. Así pues, le ha llamado la atención una jovencita dulce y comedida a quien decide educar desde los cuatro años en la más absoluta ignorancia para que a la edad adecuada se convierta en su mujer y así lograr su cometido. Pero sucede que Arnolfo en un momento viaja por trabajo y Agnés se enamora de un jovencito que dice, según Agnés, cosas ingeniosas y dulces, rompiendo el sistema de la palabra aprendida y educativa. Así es como Agnés queda cautivada. Arnolfo fortuitamente se encuentra en la calle con este joven, cuyo padre lo conocía, y le cuenta a Arnolfo, sin saber quién era él, sobre su aventura con una jovencita. Arnolfo, quien se entera de lo sucedido, confronta a Agnés y en medio de la ignorancia en la que fue criada, Agnés le dice la verdad a Arnolfo, no le miente. Es decir, no lo engaña y se lo dice sin mentirle, sin saber que eso era un engaño.
Arnolfo dedica su vida, y así su Yo, al armado de un montaje para que Agnés no lo engañe. El goce desborda el Principio de Placer, y puede conducir a lo inanimado, a la ruina, Arnolfo que dedica una vida a algo efímero porque del engaño estamos presos, por ser seres de lenguaje, y de hecho Agnés lo engaña por enamorarse de otro y expresar ese amor, sin engañarlo porque al mismo tiempo le cuenta todo. Es imposible no estar en relación al engaño, y él dedica su vida para algo que por no poder cumplirse como ideal, lo puede llevar a lo inanimado.
No obstante, Arnolfo al final de la comedia no termina en lo inanimado, al haber en el mismo personaje un cambio en su posición subjetiva.
Por ende si el Goce desborda el Principio de Placer, a ese Goce hay que limitarlo, lo cual se logra en análisis, a través de la intervención de un analista
Lacan nos proporciona un grafo llamado Grafo del Deseo, donde podemos ubicar el vínculo que une al Otro con el Yo, con el objeto metonímico y con el mensaje, define el área donde debe tener lugar la palabra plena.
Cuando Arnolfo, en la comedia, le dice a Agnés “Tú eres mi mujer”, es el mensaje que constituye la palabra plena. Lo anuncia de un modo invertido.
En la comedia “La escuela de las mujeres”, el amor está ahí en tanto instrumento de satisfacción y no en tanto falta.
En realidad, más que el amor, en Arnolfo “la obsesión de no ser un cornudo” es su principal pasión. Es una pasión como otra cualquiera. Todas las pasiones son equivalentes, todas son igualmente metonímicas.
Esta creencia absoluta en el objeto metonímico está en relación al Ello. No ser un cornudo. Lo Imaginario de ésta creencia es tan fuerte que, una de las características de la comedia es que el Ello salga siempre intacto. Que en medio de la flexibilidad del movimiento haya uno que se rigidiza, en lugar de adquirir movilidad. Lo que en realidad puede suceder si un sujeto no ha pasado por la experiencia de analizarse.
Lo que constituye el resorte cómico es que al principio, nos encontramos con el razonador frente a la ingenua y luego, tan pronto como a la chica le acude el ingenio vemos surgir a la razonadora frente al personaje Arnolfo, que ahora se convierte él mismo en ingenuo.
Lo cómico se trata de algún movimiento que se desajusta a eso que nos viene de afuera como un marco ya hecho y al que debemos ajustarnos, aquel que nos impone su rigidez en lugar de amoldarse a nuestra flexibilidad. De algún modo lo que se impone nos tiende a reducir.
Pensemos en el Ello como lo que se impone. A lo que Arnolfo se ajusta, es que aquella niña que él había tratado de idiotizar desde pequeña, hoy se convierte en una razonadora ingeniosa. Arnolfo realiza un cambio de posición, ahora se convierte en el ingenuo y la ama y se lo dice de todas las maneras posibles.
Lo cómico que está en relación a la caída de un cuerpo como movimiento que se desagrega de aquello que se impone como rigidizado, proveniente del Otro, es hacia donde Lacan nos propone conducir los análisis como posibilidad de salida de lo trágico. Al caer la prestancia imaginaria que tapa la falta, queda en descubierto lo que se quiere tapar. El cuerpo tropieza, cae la estructura, el sentido, Arnolfo que hace todo para retener a Agnés, cae ante el ingenio que acude a ella al salir de la ignorancia. Arnolfo queda desautorizado pero su vida toma otro giro cuando logra dejar caer la rigidez en relación a los esfuerzos por no ser un cornudo, y en ese dejar caer, encuentra que detrás de Agnés se trataba de encontrarse con su falta. Aquello que cae en relación a lo que rigidiza al sujeto, permite poder leer la falta de otro modo. Para Arnolfo aceptar la pérdida de Agnés por reconocerla libre, le permite incursionar en un descubrimiento, que Agnés le hacía falta de otro modo.
Arnolfo le dice a Agnés, “Harás exactamente todo lo que quieras, también tendrás a Horacio si alguna vez lo deseas”. El personaje llega a trastocar el principio de su sistema, prefiere ser cornudo, lo cual era su punto de partida en la aventura, antes que perder al objeto de su amor. A diferencia del Amor romántico donde con su rigidez, se impone sobre el sujeto, estamos en presencia de otro tipo de amor. Al amor lo percibimos a través de toda clase de muros que lo ahogan, muros románticos, cuando el amor es esencialmente cómico.
La significación del Amor se produce en la medida en que la función de Eromenós, el objeto amado, pasa al lugar de Erastés, el amante, como sujeto de la falta. La frase de Arnolfo “Que ella haga todo lo que quiera…” trastoca el funcionamiento de Arnolfo pasando así, del lugar de Eromenós a lugar de Erastés, como sujeto de la falta.
Agnés que no le oculta nada, es tal como él desea, completamente idiota, en el sentido en que le cuenta todo. Pero desde el momento en que Agnés se encuentra en el mundo de las palabras su deseo está más allá, su deseo es vivir hechizada por las palabras y el ingenio y no siendo idiota. Su deseo no es simplemente Horacio, sino el ingenio: sin dejar de decirle a Arnolfo la verdad en todo momento, sin embargo lo engaña.
La relación con el Otro es esencial, ya que el camino del deseo pasa necesariamente por él porque el Otro es el fiador del lenguaje. Pero el deseo del sujeto está más allá del Otro.
Leticia Scottini
mlscottini@yahoo.com.ar
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¿Qué es lo que el humor como recurso efectiviza? ¿Cuál es su función? ¿Qué lugar para el humor en nuestra práctica?
Solemos encontrarnos habitualmente en la clínica con expresiones tales como: " Me puso de mal humor", " Estoy con un humor de m." etc. haciendo referencia al humor como estado de ánimo en una vertiente obturante, compacta, agobiante. Quisiera deslizar el humor de estado de ánimo a recurso que permite alguna eficacia.
¿Por qué la expresión es mal humor? Entiendo que para cada quien esto comporta un sentido diferente. Pero hay algo que encuentro en común más allá de lo que para cada quien signifique. Y es algo del orden del cubrimiento excesivo del vacío que no permite relanzar el deseo. El mal humor parece comportarse muchas veces como una manifestación de la angustia. Osvaldo Couso en un escrito sobre humor y psicoanálisis sitúa al mal humor como indicador de la presencia de un "toque de real" que golpea y como manifestación de lo imposible de soportar. Esto es lo que me permitió pensar el tema propuesto para este número de la Moebiana.
¿Hay un buen humor y un mal humor? ¿Qué contienen estas expresiones? ¿Hay humor del bueno y humor del malo?
Entiendo que lo expresado mediante el llamado mal humor tiene mucho de impotencia y frustración. Con cierta cerrazón de sentido que empantana. Es habitual que los analizantes lleguen con la nube negra encima. Nube que en el correr de la sesión va cediendo cuando se logra ponerlo a hablar. Cuando se pone a circular la palabra y se propicia la apertura del único sentido por lo general agobiante que adquieren algunas situaciones.
En una época atendía en un consultorio compartido con médicos. Mi consultorio daba a la sala de espera y las carcajadas de una analizante daban que hablar a los compañeros que atendían allí y a la gente de la sala de espera. Generaba comentarios tales como "de qué trabaja usted, doctora?" "Entra enojada y sale contenta está chica." "Vos sí que la pasás bien atendiendo..." Etc. Ese efecto que provocaba en el afuera de la sesión llamó mi atención. Me permitió parar la oreja. Era muy notorio en el transcurrir de las sesiones como el mal humor con el que llegaba iba cediendo cuando lográbamos ir pincelando su relato con pequeñas dosis de dichos cómicos. Al comienzo esos dichos eran vehiculizados por las llamadas malas palabras. Luego empezaron a aparecer expresiones obscenas sin filtro que con el tiempo se fueron convirtiendo en expresiones realmente creativas. Las traía la analizante para hacer pasar situaciones muy desagradables que sufría. Allí comenzaba a surgir la risa como efecto. Era imposible resistirse. Claro está que algo de lo real no llegaba a ser mordido más que por esas "groserías" con las que intentaba hacerlo entrar. Fue un trabajo de puntuación del análisis situar esas expresiones como recurso de lo humorístico. Con ese tratamiento de sus "malas palabras" la analizante logró tomar esa manifestación como modo singular de puesta en forma de su padecer. Hasta llegó a felicitarme por alguna que otra intervención en la que lograba articular algo de lo obsceno que ella traía de manera cómica; "vas aprendiendo" me decía. Realmente sus expresiones se convirtieron en recurso y no quedaba solo en "soy mal hablada" claramente pasó de ser hablada a tomar la palabra. Lo complicado era poner el acento en la palabra mal y no en la palabra hablada. Algo allí se logró subvertir. Luego vendrían algunas elaboraciones posibles de lo que el efecto humor le permitía desobturar.
El humor muchas veces opera provocando efecto de ahuecamiento. Al estilo de un sacabocado lo imagino, al menos para esta analizante. Ahueca y quita cierta opacidad, despeja algo de la nube negra que acecha al sujeto, recurso muy utilizado en el humor gráfico. Allí donde vaya el personaje el nubarrón lo acompañará. Pienso aquí con ustedes, lo acompañará, hasta que la palabra pueda ponerse a circular y permita circunscribir algo del mal-estar, de lo mal hablada.
El humor es calificado por Freud como grandioso y subversivo.
En algunos análisis el vaivén entre el mal humor y el ahuecamiento de esa nube negra mediante el uso del humor, per vía de livare El uso humorístico de las palabras puede provenir de alguna intervención del analista o del propio analizante. Siempre y cuando se cuente con ese precioso tesoro.
Subvierte muchas veces la posición pasiva del sufriente para hacer algo con eso allí.
Freud nos trae al humor como la única vertiente amable que ha encontrado del superyó. Dice que es el superyó quien habla en el humor de manera amorosa al yo. Vertiente que signa acorde a su proveniencia de la instancia parental. Esta idea del maestro me convocó a pensar sobre lo humorístico en la infancia. Vemos comúnmente en niños pequeños el enojo que les provocan algunas expresiones que para los adultos son chistosas, por no contar con la duplicidad de sentido, duplicidad que no es propia de la primera infancia. Es necesario que se hayan efectuado algunas operaciones para que algo de esto pueda advenir. Entiendo que la atención que ponemos a que algunas de estas funciones de la palabra surjan, justamente tiene que ver con la orientación en las sesiones con niños en relación al armado subjetivo. Leyendo algunos pasajes de "El chiste y su relación con lo inconsciente"(1905) en los que nos relata cómo los niños producen con su ingenuidad efectos risueños en los adultos sin lograr entender la razón de esa risa provocada, pues el efecto se produce por la resonancia en el adulto gracias a su disposición metafórica, si es que cuenta con ella.
Recuerdo una pregunta que le realicé a un niño en relación a un nuevo amigo que se estaba haciendo: "¿Es macanudo Fulano?" A lo cual me responde: "Ahora que lo decís sí, se la pasa haciendo macanas."
Cinthya Sau
cinthyasau@gmail.com
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La modalidad del trabajo y la producción acontecida a lo largo de estos dos últimos años en el cartel de Publicaciones, del que he sido parte, ha sido humorística. Por eso celebro que nos despidamos de nuestra gestión con esta convocatoria.
Últimamente me vengo preguntando por la efectuación de algo del orden del humor en el pasaje de analizante a analista, cada vez que se produce. Tal vez un sentido nuevo. ¿Un sentido del humor?
Me parece interesante interrogar ese movimiento, en la medida en que lo acontecido en su análisis como efecto de humor habilitase en el analista la plasticidad necesaria para que sus consultantes se constituyan a su vez en analizantes.
Para desplegar esta idea iré recortando algunos fragmentos de “La tercera”:
“No hay un solo discurso donde el semblante no conduzca el juego. No vemos por qué el último en llegar, el discurso analítico, escaparía a ello. No obstante, no es una razón para que en este discurso, so pretexto de que es el último en llegar, se sientan incómodos hasta el punto de hacer de él, según el uso en el cual se hunden sus colegas de la Internacional, un semblante más semblante que lo normal, ostentoso. Recuerden, con todo, que el semblante de lo que habla como tal, siempre está allí en cualquier tipo de discurso que lo ocupa”.1
Es que no hay discurso que no sea de semblante, incluso el analítico, sólo que él involucra las condiciones para que por un instante, como lo que dura el destello de un relámpago, el semblante se deshaga, por obra y gracia de la interpretación.
“Entonces relájense, sean más naturales cuando reciban a alguien que viene a pedirles un análisis. No se sientan tan obligados a mostrarse de cuello duro. Incluso como bufones, que están justificados en ser bufones. No tenían más que mirar mi "Televisión". Soy un payaso. Tómenlo como ejemplo, ¡y no me imiten!”.2
Nos insta a ser bufones pero no a imitarlo.
“La seriedad que me anima es la serie que ustedes constituyen. No pueden a la vez estar en ello y serlo”.3
No hay más seriedad en el análisis que la serie transferencial. Esto me parece lo fundamental para pensar una relación posible entre semblante y humor. “La Dirección de la cura” nos enseña acerca de tres pagos del analista ineludibles y entrelazados entre sí: él paga con su palabra, con su persona y con su ser. Las puntuaciones de “La tercera” pienso que nos remiten a tales pagos. Ese analista bufón al que Lacan nos convoca, en el sentido de “Sean bufones”, el único modo posible de jugar desde esa posición lo entiendo así: por el des-ser producido a lo largo de su análisis, el analista anda más ligero de su propio equipaje y puede ponerse prestada la ropa que el analizante le presta por la transferencia que él suscita. Desde ese semblante puede efectuar su interpretación y en ese acto caer, que el semblante se rasgue por un instante. Por eso pienso que Lacan aclara que no lo imiten, porque uno sólo puede ser bufón de la serie transferencial en la que está incluido, en cada transferencia, una por una.
El bufón, por ser tonto, tiene permitido variar y simular y asumir distintas persona-lidades, ejercitando en el uso la plasticidad de la identidad humana. Por eso tiene tanto valor para mí su figura, por la plasticidad que convoca. No hay plasticidad posible en un analista que no haya tamizado suficientemente su narcisismo, lo necesario para perder rigidez y volverse permeable, versátil, plástico a la transferencia que le indicará el semblante correspondiente.
También es valioso lo que el bufón, en tanto es alguien que se caracteriza por decir tonterías, nos muestra acerca de los inicios del análisis. Como dice Lacan en otro lado, en el Seminario XX : “El sujeto no es el que piensa. El sujeto es propiamente aquel a quien comprometemos, no a decirlo todo, que es lo que le decimos para complacerlo – no se puede decir todo- sino a decir necedades {bêtises} (…)”.4Bêtises, se traduce como necedades pero también como tonterías. De lo que para mí se sigue la posibilidad de pensar que el analista-bufón entonces convoca al sujeto en su tontería, en su no pensar, en su decir sin pensar. En este sentido formaría parte del concepto de Inconsciente.
Dice Laura Cerrato, estudiosa de Shakespeare, en cuya obra la función de este personaje es muy importante: ”Es generalmente en boca del bufón que se ponen las sentencias referidas al sentido de la vida, al propósito de estar en el universo, y es el primero que suele marcar la perdida de los significados. […] Si en la tragedia, la ausencia de sentido y el absurdo otorgan a situaciones y personajes una dimensión trágica, en la comedia, esa misma incoherencia y absurdo se convierten en inagotables fuentes de comicidad”5 Ahora bien, a nosotros analistas, ¿adónde nos conduciría esta fuente inagotable de comicidad? En otras palabras, la dimensión del sin sentido, de lo disparatado de la vida que implica el encuentro con la castración, ¿adónde nos conduce a los analistas al final?
Creo que al entusiasmo. A eso que Lacan nos dice en la "Nota italiana". Allí plantea la cuestión del fin de análisis y la respuesta ética requerida, bajo el modo de una "conversión del horror en entusiasmo".6 Una vez cernida la causa del horror de saber, el analizante sabe a partir de eso, ser un desecho y, por esa vía, accederá al "entusiasmo". Así, el entusiasmo sería para Lacan el afecto propio de un fin de análisis capaz de producir un analista. Por mi parte lo que pienso es que el sentido del humor sería un sentido nuevo posible que el analizante en su pasaje a analista produce sobre el final respecto del drama que ha sido su neurosis; y que eso conllevaría un entusiasmo, una alegría de vivir. El sentido del humor como lo más alejado de cualquier sentido agobiante.
Hace muchísimo años tuve la suerte de encontrar en un programa de la tele a Antonio Gala, siendo entrevistado. En ese entonces yo era muy joven, recién daba mis primeros pasos en la clínica. La entrevista estaba empezada, y de repente lo escuché decir algo que me impactó, primero. Y lo segundo fue correr en búsqueda de un papelito, escribir lo que acababa de oírle y pegarlo en la puerta de mi habitación. Ese cartelito me acompañó en varias mudanzas. Decía así:
“El humor es darse cuenta de que nada, nada, nada tiene tanta importancia”.
Anabella Ottaviani
anaottaviani@hotmail.com
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1Lacan, Jacques: “La tercera” en Intervenciones y textos 2. 1º edición, Buenos Aires. Manantial 2001, pag. 81.
2 Lacan, Jacques: op. cit, pag 81.
3 Lacan, Jacques: op. cit, pag 81.
4 Lacan, Jacques: El Seminario Libro XX Aún, Paidós, pag. 31.
5 Cerrato, Laura: “La comedia shakespeariana” en William Shakespeare Obras completas. II Comedias, 1ra edición, Buenos Aires, Losada 2007, pag. 37.
6 Lacan, Jacques: “Nota italiana, en “Otros escritos”, Paidós, pag. 329.
Esta resonancia es producto de un acercamiento del deseo a la escritura, para narrar en clave de ficción, un recorrido -entre otros- por la lógica del tiempo y sus azares, atravesado por las huellas del análisis. Agradezco al cartel por permitirme subvertir en cierto modo la invitación, haciendo del análisis una excusa para escribir.
Del otro lado del miedo está la vida, le habían dicho.
Pero el miedo por momentos lo abarcaba todo. El problema no es el miedo, concluyó, el problema es el todo.
Respirando hondo caminaba, más de 20 años atrás. Las vidrieras de un mayo frío mostraban un “murióyabrán” en las pantallas, pero ella no estaba allí, no sabía dónde había dejado los pies. Sólo caminaba, el camino se le tornaba eterno, como el miedo, como la muerte. Caminaba hasta encontrar el timbre para tocar, ese tronco maravilloso donde agarrarse, aunque esto no lo sabría sino hasta mucho tiempo después.
El tiempo. Ese otro compañero de la eternidad, tiempo que se le suspendía precautoriamente en un encierro infinito. Otra vez, el suspiro-respiro-hondo para tratar de capturar la sortija de un aire que se le presentaba esquivo.
Afánisis del deseo, vértigo de un mundo sin brillo. Desvanecimiento paterno en un tiempo aciago, que la mira-demanda hasta convertirse en pura espera. ¿La de él? ¿La de ella? La misma cosa –dirá-.
Apuro materno que sabe, emprende y puede puntualmente con todo, carga con todo a su vez. Ella también, sólo que hace rato que no puede emprender nada. Y debería -se decía- ¿cuándo? Ya, ya debería. Respiro-suspiro-hondo, una vez más.
Tiempo eterno.
Tiempo puntual.
Ella no sabe dónde dejó los pies.
Empezar a ver le llevó tiempo, pero no del eterno; tiempos acompasados, iban y venían, se movían, danzaban y duelaban un lugar imposible para inaugurar otros… alivio y bocanada de un deseo que solo se encuentra cuando algo deja de consistir. Tanto.
Sentía-se en una burbuja, en una ostra, pero nadie entendía que ella no era ostra, ella estaba adentro, sin embargo se percibía más y más cerrada.
El análisis posibilitó la pregunta si no estaría más errada de lo que pensaba.
Un pequeño mundo se abre cada vez que un lapsus nos visita. Ese extranjero íntimo que también a veces, se deja atrapar como la sortija donando aliento. Y alienta.
Sorpresa y búsqueda dejaban atrás la incertidumbre angustiosa que la acompañó -ella cree- desde siempre.
Comprender es otro tiempo. Recuerda las famosas magdalenas de Marcel Proust. En su obra En busca del tiempo perdido, narra brillantemente cómo se topa con algo que le suena familiar, pero que no logrará descifrarlo hasta que esas magdalenas mojadas en té lo transporten a otra época de su vida anterior, en otro lugar, con su tía. Y este recuerdo invitará a otro tiempo.
Dos momentos que se chocan y se bifurcan por contingencia, por casualidad, por encuentro; prometen la apertura de un tiempo propio.
¿Pero qué puede ser propio en este repertorio? sino producto de una extimidad que funda un tiempo que nada tiene que ver con lo cronológico, atestiguando a Freud cuando señala que el inconsciente es atemporal.
Ese tiempo es torbellino. Es arrebato pero también el tiempo de tejer (¿o destejer?) una trama. Ese tiempo le recuerda al “Reloj de Arena” de Borges:
No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.
(…)
Hay un agrado en observar la arcana
Arena que resbala y que declina
Y, a punto de caer, se arremolina
Con una prisa que es del todo humana.
¿Qué rompe con esta no-temporalidad, con esta eternidad? Proponemos: el deseo. El deseo es lo que aparece como incapturable por estructura. Otro esquivo para ella. No, esquivo no, inconmensurable, universo que invita pero no apacigua, sin límites, sin lugar para dejar los pies.
Tiempo y deseo, uno segmenta al otro y lo trastoca, lo transforma; uno se somete a otra puntualidad; y el otro se torna posible.
Encuentro con otra mirada. Y un mostrarse para atar-se a algo, a alguien. Saberse sujeto es saberse sujetado y libre, paradoja que augura algún margen de libertad.
Tercer tiempo. Desregulado. Un ánimo que anunciaba cierta inconmensurabilidad, nueva y vieja a la vez; la misma pero otra. ¡Sí, -se decía- dale que es otra, pero tiene tanto olor a aquella…!
El “bigdata” que guardaba en su bolsa se le volvió mochila. Y el tiempo, infinito.
Respiro-Suspiro-Hondo y tocó el timbre. Otra vez, de nuevo.
Buscaba encontrar lo suyo, volvió, porque había dejado cosas allí y no es cuestión de desentenderse de ellas. No sabía que las llevaba encima, pero hacía falta otra mirada para que esto se escriba.
Se sorprendió llegando mucho antes de lo acordado. La puntualidad anticipada se hizo oír cuando escuchó: “Es temprano, esperame.” La sorpresa dio paso a la sonrisa que se presentó por vez primera en esa semana, y la certeza de que sin saberlo, sabía dónde había puesto los pies.
Es ese momento del aserto donde el sujeto vacila de lo que es, aunque ya lo presupone, vacilación intemporal que necesita de la mirada del otro para sacarlo de la misma y hacerlo entrar en la prisa de un momento para concluir.
-Tengo tiempo, se dijo.
Y la infinitud de ese tiempo se trocó en un compás de espera.
Miró alrededor: relojes, miles, de arena, con números, alargados y blandos, como los de Dalí. Relojes que la escudriñaban y sancionaban “su impuntualidad” para ellos, tiempo puntual para otra escena que se empezaría a escribir. O no.
Sabemos que existen experiencias en donde lo que está afuera resuena como si fuese parte de lo que está dentro. Esa suerte de Deja-Vu, de grito, de llanto, de marca del Otro que es reflejo de lo que alberga en su interior el cuerpo, el sujeto.
Linkeó en ese tiempo de espera con otro reloj, el de un sueño de análisis, un mamá-reloj apurado que era dado a su analista de entonces. Otro tiempo de una escena lejana aunque no tan ajena.
El deseo es entonces esa inadecuación de lo que resuena como lo mismo. Eso tan afuera que me resuena tan adentro, esa intrusión de lo otro que resulta tan mía. Si no se presenta la hiancia, el aun-no del deseo; sin ese agujero cuyo borde es una pregunta, tenemos el eterno retorno de lo mismo.
Ahora parece que el apuro le era propio. Esa prisa era puntual, y venía a robar un poquito de deseo al infinito, al tiempo, al miedo. El bigdata de la mochila se desinfló en la fugacidad de un instante; que al decir de Borges, es el único tiempo que importa.
“Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo (…) el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. (…)
Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa".
Marisa Pellejero
meipellejero@yahoo.com.ar
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Trabajo presentado el 15/10/21 en actividad organizada por el Seminario Freudiano de Bahía Blanca.
“Conversaciones: del quehacer del analista y los cuatro conceptos. El inconsciente”
A partir del disparador de la película El maquinista, intentaré elaborar una lectura posible acerca del quehacer del analista en relación a los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, centrándome en el inconsciente esta vez.
Esta obra colectiva del séptimo arte toma como recurso narrativo al suspenso, inicia con el protagonista Trevor Reznik deshaciéndose de un cuerpo. ¿De quién? El film introduce un enigma en la primera escena.
La pregunta que aparece a continuación y en un post it amarillo, who are you? podría traducirla como: ¿quién sos vos? El sonido de la película transmite incertidumbre. Las imágenes nos muestran a un protagonista que hace un año no duerme y que si adelgazara más, dejaría de existir. Trevor presenta un cuerpo extremadamente delgado, cadavérico, lava sus manos con lavandina, olvida pagar los servicios, deja generosas propinas, pasa los semáforos en rojo, se distrae al volante, queda detenido en un cruce de calles, se accidenta en el trabajo, accidenta a su compañero Miller. Como espectadora me preguntaba: ¿Qué mortifica a Trevor? Él no sabe qué le pasa. No es hasta el final de la película que llegamos a advertir en la resolución del ahorcado con el significante killer, una posible respuesta que faltaba a la pregunta inicial. Trevor arma el recuerdo: hace un año atropelló a un niño y se escapó.
El quehacer del analista y los cuatro conceptos fundamentales
Algunas resonancias: Construcciones en el análisis
Esta película articulada a la pregunta por el quehacer del analista, inspiró una nueva lectura del texto freudiano Construcciones en el análisis.1 En él Freud se pregunta:
¿Qué clase de materiales nos ofrece, aprovechando los cuales podemos conducirlo al camino por el que ha de reconquistar los recuerdos perdidos?
El protagonista recorre un camino en el que es movido a recordar algo vivenciado y olvidado. Freud refiere que un analista no ha vivenciado, ni debe recordar nada que interese, entonces se pregunta por la tarea del analista:
‘tiene que colegir lo olvidado desde los indicios que esto ha dejado tras sí; mejor dicho tiene que construirlo.’(pág. 260)
Freud compara esta labor con la de un arqueólogo, salvando las diferencias, se trata de la historia de un sujeto, con vida, entonces se pregunta cómo un analista comunicaría sus construcciones al analizado, cuándo lo haría y con qué elucidaciones. Estas preguntas clínicas se responderían en cada caso y en función de los efectos que produce esa comunicación, en la transferencia. Esos efectos a veces producen nuevo material a considerar, nos advierte Freud, ¿consuena con el inconsciente lacaniano?
Freud señala que ésta es una labor preliminar,
‘el analista da cima a una pieza de construcción y la comunica al analizado para que ejerza efecto sobre él; luego construye otra pieza a partir del nuevo material que afluye, procede con ella de la misma manera, y en esta alternancia sigue hasta el final.’
Aquí Freud distingue la construcción de la interpretación,
‘lo que uno emprende con un elemento singular del material: una ocurrencia, una operación fallida, etc.’ (pag 262)
Una construcción en el análisis posibilita la restitución de un fragmento de la biografía del sujeto. Trevor en la búsqueda de su verdad a medias, realiza un recorrido que podría ser análogo a las construcciones en el análisis.
Trevor es un lector, lee El idiota de Dostoyevski. En el álbum de fotos una inscripción dice ´he loves to read’ (él ama leer) y cuando resigna su contrato de alquiler, se puede ver una caja llena de libros. Me resulta interesante este detalle que refiere a los recursos simbólicos de Trevor, quien en un recorrido en el que se juega la vida llega a historizar lo que aconteció hace un año: atropelló a un niño y se fugó.
El inconsciente es un supuesto necesario y legítimo, se manifiesta en los sueños, actos fallidos, lapsus y los síntomas psíquicos. El inconsciente retorna y sabemos de él por sus formaciones, nos llegan desfiguradas, enigmáticas, desplazadas por las fuerzas que contrarían ese retorno. Su núcleo consiste en agencias representantes de pulsión que descargan su investidura en mociones de deseo.2
Es posible leer los recursos metafóricos que se ponen en juego en el recorrido ficcional por el Monster ride, o tren fantasma, en el cuál se pueden ver representaciones de recuerdos fragmentados, escindidos, que pueden ligarse en la escena en que el sujeto arma el recuerdo de la vivencia traumática.
Freud desarrolla en este texto, la analogía entre los mecanismos del sueño y las formaciones delirantes y alucinatorias, y cómo estas son análogas a las construcciones en el análisis en tanto intentos de explicar y restaurar lo desmentido en la realidad objetiva. (Pags 268-270)
Inconsciente lacaniano
Lacan dedicó un seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis para desarrollar los conceptos básicos para el analista y su trabajo con el inconsciente, supuesto teórico, inaprehensible para un analista sin su análisis personal.
Lacan sigue las huellas freudianas para reformular lo inconsciente, nos decía que a Freud lo impresionase en el sueño, el acto fallido, el aspecto de tropiezo bajo el que se presentan. Estos fenómenos operan como un imán para Freud y allí va a buscar el inconsciente. El inconsciente como fenómeno se nos aparece en la discontinuidad del discurso, algo se manifiesta como vacilación, se puede leer como división subjetiva, como pregunta, de donde vuelve a surgir un hallazgo en el que el sujeto se capta en algún punto inesperado. El inconsciente en la discontinuidad del discurso como lo no realizado, lo no nacido que sale a la luz un instante incorporando algo nuevo.
Plantea al inconsciente estructurado como un lenguaje. El sujeto se constituye en relación al significante, y por ende al inconsciente. Se pueden escuchar en los enunciados del analizante algo del orden de la enunciación, por ejemplo, una contradicción, una lógica-otra incomprensible, a interrogar desde una diferencia radical, uno por uno.
No se trata simplemente de hacer consciente lo inconsciente, sino que un analista apuesta al saber del analizante, al saber del inconsciente, de su propia división subjetiva y los fenómenos del inconsciente. A través del saber de lo inconsciente el analizante podrá enterarse de sus goces.
La posibilidad de un análisis
La ficción arma un personaje: Trevor, que no acude al médico después de un accidente, o mejor dicho, después de hacerse atropellar. Me pregunto en función del guión narrativo ¿éste sujeto iría a un análisis? ¿En qué momento lo haría? ¿En qué momento sería propicio un análisis?
Escenas que parecen imaginarias forman parte del relato del film. Un personaje imaginario: Ivan, aparece como real para Trevor, el protagonista. Después de estar involucrado en el accidente que Miller pierde un brazo en el trabajo, Ivan lo invita a tomar cerveza con la expresión ‘It's Miller time’, traduzco Es tiempo de Miller. La homonimia me hace pensar, ¿Tiempo de beber o tiempo de olvidar el nuevo accidente?
Ivan trabaja como ‘soldador’. Podría representar, ficcionar aquello insoportable para el sujeto, transgresor, una amenaza de muerte, un asesino. Ivan aparece solo en tomas de ‘cámaras subjetivas’, solo Trevor puede ver a Ivan. Los demás personajes no lo miran. Un analista escucha la palabra del analizante, como espectador de la ‘cámara subjetiva’ del analizante en transferencia, lo inconsciente se podría mostrar en acto en la escena imaginaria de la transferencia y un analista podrá advertirlo en la medida que realice una lectura de aquello que se produce o mejor dicho, se reproduce.
Un analista se presta a la transferencia con su deseo 3 en función, en abstinencia y neutralidad, vía atención flotante, para dirigir una cura en función de cierta hipótesis diagnóstica, que se realiza en transferencia, en el encuentro que propicie un análisis. Lacan define a la transferencia como la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente del analizante. El único inconsciente que cuenta es el del analizante. El analista con su presencia y contando con el deseo de analista, forma parte del concepto de inconsciente. Es desde allí que se presta a la interpretación.
Un analista puede disponerse a la búsqueda de aquello que desconoce, puede ofrecer un vacío, un espacio y un tiempo para una escucha, una mirada que propicie un lazo transferencial, para el despliegue de la palabra del analizante y sus goces.
Contamos con conceptos, formación teórica, con la experiencia del análisis y el análisis de control para construir un saber hacer con el material que trae o produce el analizante. Pienso este saber hacer siguiendo a Safouan como disponibilidad para aprender a aprender4 en la praxis clínica.
Una escritura posible
Hacer hablar a la obra es imposible, recorté cierta lectura de esta trama, no-toda, que podría generar nuevas lecturas y escrituras posibles, en diálogo con otros interlocutores que se vean causados por esta singular unión entre el cine, la clínica y la teoría psicoanalítica.
Agostina Miranda
psiagostinamiranda@gmail.com
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1 Freud Sigmund (1937) Construcciones en el análisis. Tomo XXIII. Ed. Amorrortu.
2 FREUD, S. (1915) “Lo Inconsciente”, en La Represión, Obras Completas, Vol.XIV. Edit. Amorrortu.
3 Moustapha Safouan plantea al deseo de analista como una nueva formación del inconsciente, se trabaja en el análisis del analista.
4 Safouan, Moustapha (1985) Jacques Lacan y la cuestión de la formación de los analistas. Ed. Paidós.
La pregunta que nos hacen ya parece una puesta en acto del humor para los tiempos que vivimos, tanto en nuestro país, con sus crisis propias, como en la situación de pandemia planetaria.
Esta nos pone ante la ocasión de ser protagonistas de un momento excepcional en la historia de la humanidad. No sólo por la peste que la azota, sino que lo hace en un tiempo en que confiamos en la positividad del poderío tecnocientífico, con logros que se multiplican a un ritmo vertiginoso y riesgos de la misma magnitud.
Nos afligió tanto el peligro al contagio como las consecuencias del aislamiento impuesto para retrasarlo. Si atendemos a las actitudes adoptadas ante el malestar que implicó, puede permitir que nos hagamos cargo de algunos aspectos de la propia vida que se pusieron más de manifiesto.
Esta realidad hizo que se amplifiquen modos de habitar el mundo que, de otra manera, no nos hubiéramos enterado. ¿Podemos convertir este conflictivo momento en una oportunidad de hacer algo diferente? ¿Qué peligro se prioriza en un psicoanálisis?
Los modos de posicionarse han sido variados. Puede ser que nos hayamos sentido desmoralizados, sin encontrar un motivo para comenzar el día; pudo haber momentos de resignación, bajo el peso de las circunstancias, lejos de lo que esperábamos vivir; pudieron suceder desmentidas de lo que ocurría... Si viviéramos en la Grecia de 2000 años atrás podríamos recurrir al humor como teoría de los fluidos corporales y su discrasia para explicarlos. Luego pasó a considerarse al humor como un estado de ánimo, describiendo el bienestar o el malestar. Sin embargo, no es esa la versión que le interesó a Freud, sino el tomar “en broma” los contratiempos y las miserias de la vida misma, sea con gracia o ironía, ahorrando un desagrado, sin por ello negarlas.
Ya en El chiste y su relación con lo inconsciente, al indagar las modalidades de lo cómico, analizó el placer ganado en el humor acentuando el desprendimiento del padecer, más cerca de lo cómico que del chiste. Finaliza el texto señalando sus diferencias: “El placer del chiste nos pareció surgir de un gasto de inhibición ahorrado; el de la comicidad, de un gasto de representación (investidura) ahorrado, y en el humor, de un gasto de sentimiento ahorrado”.
En línea con lo que continúa trabajando en el breve artículo de 1927 El humor donde afirma que es la “contribución a lo cómico por la mediación del superyó”, Lacan afirma en Kant con Sade que “es el tránsfuga en lo cómico de la función misma del ‘superyó’. Como tránsfuga, el humor tiene un valor de transgresión, no casualmente Freud comienza su artículo con el ejemplo de un criminal que suscita una complacencia en el otro por lo grandioso del triunfo del narcisismo, dirá Freud, en el límite del “humor negro” sin que nada lo detenga.
Puntuando sus notas, rechaza las exigencias de la realidad, impone el principio del placer, es defensa ante el sufrimiento sin rigidizarse como en el campo de lo patológico. Un modo de vérselas con la Ananké, la angustia de muerte, el sentimiento trágico de la vida, la castración, el agujero, lo indecible. Muerte, goce y al servicio de la ilusión.
Tomo la última nota. Se suele creer que hay una contraposición entre la realidad y la ilusión, entendiéndola como un espejismo imaginario. El origen de la palabra permite captar algo importante. Viene del vocablo jugar, que con el uso llega a ilusión como engaño. Rescatando esta procedencia desde lo lúdico, cobra valor el lugar de la expectativa fantasiosa, como cuando hablamos de “tener ilusiones”; sin ella no podríamos ni proyectarnos ni hacer proyectos.
Cuando el humor está al servicio de la ilusión, genera la oportunidad de emanciparse del amedrentamiento en que deja la incertidumbre o la severidad de lo que acontece. De las distintas modalidades de lo cómico, el humor permite liberarse de las trabas propias. Nos da la ocasión de tomar una posición distinta haciéndonos cargo de la falta que nos habita. Se puede convertir en una oportunidad de inventarnos a partir de lo que nos es dado en un devenir como obra.
El humor, lo cómico y lo risible son expresiones que en muchas ocasiones refieren una a las otras.
En el campo y la práctica del Psicoanálisis en torno a lo cómico y su relación con la ironía, se nos hace necesario referirnos al humor, ya que para Freud el humor era una de las variedades de lo cómico. .
Una tradición cultural que nace con Hipócrates, nos lega que, en el cuerpo humano se mezclan cuatro líquidos- también llamados humores, relacionados a imagen y semejanza con el Universo: Bilis (fuego) bilis negra (tierra) sangre (aire) y flema ( agua). El mecanismo del humor subvierte cuestiones habituales, para mostrar su lado más ridículo u oscuro. .
El tema del humor recorre toda la filosofía clásica y así como Aristóteles sostiene que el único ser viviente que ríe, es el hombre, Bergson en el siglo XX agrega que el hombre también es el único que hace reír. (Bergson La risa).
La risa, entonces es “humana” otorga una diferenciación con el resto animal, don que lo diferencia de las otras especies, privilegio supremo, que también puede ser expresión de superioridad, de burla, de absurdo, no sólo en relación a los animales… También puede ser usada entre los hombres, como burla, sea para denostar al otro, para burlar o mofarse de un semejante. .
Si bien el humor puede alcanzar la dimensión de un acto del decir, y con ello un menor padecimiento subjetivo es muy difícil de ser utilizado en la justa dosis, porque la misma sustancia (humor) puede funcionar como alivio o como denostación.
Otra figura retórica es la Ironía, que da a entender lo contrario de lo que se dice. Casi podríamos decir que se trata de una burla disimulada. Y al mismo tiempo hace lugar a la aceptación, a la posibilidad de tesis contrarias.
Esta última figura retórica está presente en la Obra “El Despertar de Primavera” de Frank Wedekind, escrita en 1891, que tomaron y trabajaron tanto Freud como Lacan, para adentrarse en los problemas que acarrea al “parletre” el despertar de la sexualidad. Pero la obra no sólo alude al mentado y trabajoso pasaje por la pubertad, sino que se inscribe en el comienzo de las vanguardias atacando a la sociedad burguesa e hipócrita que oculta en su moral el reconocimiento del placer psíquico y erótico.
Allí podemos asistir a un uso interesante de la Ironía, ya que el autor, denuncia las grietas de la cultura de finales del siglo XIX con un mensaje vital a través de la obra en general y la figura del “enmascarado”.
¿Cómo lo logra? A los alumnos le pone nombres propios habituales, y en cambio nombra a los profesores con apellidos que en realidad son burlas a un rasgo: por ejemplo: “Chasquido de lengua”, “Huesos rotos”, “Grasa de mono”, “Muerte voladora”, “Estómago calvo”, “Circunferencia de hambre”…entre otros.
¿Qué es lo que logra el autor? A mi entender el uso de la ironía le permite agujerear la impostura sostenida por la moral burguesa y ridiculizarlos como modo de cercenar su autoridad.
Para finalizar, sostengo que la risa cumple su función cuando el sujeto alcanza la posibilidad de reírse de sí mismo, no tomarse tan en “serio” como ordena el Superyó. Con este recurso, aliviana su carga o equipaje lleno de ideales y recupera, y/o encuentra la posibilidad de desear y disfrutar.
Los hombres desde épocas milenarias han reflexionando acerca del humor y sus efectos. Hipócrates se ocupó de los cuatro líquidos básicos del cuerpo, llamados humores: sangre, flema, bilis amarilla, bilis negra. De su equilibrio dependía el "buen humor".
Etimológicamente proviene del latín, humoris, significa "líquido, humedad". Será Freud quien da la primera pincelada psicoanalítica al tema. En su precioso escrito “El chiste y su relación con lo inconsciente" de 1905, formaliza su primera teoría del humor. Allí diferencia el chiste, lo cómico, el humor con sus tres tipos de ahorros. En el chiste se trata del ahorro de represión, emerge lo reprimido y la risa testimonia de su levantamiento. Su estructura necesita del tercero que es el que sanciona el chiste." Nadie puede contentarse haciendo un chiste por sí solo".
Clásicamente lo cómico se produce entre dos, hay ahorro de representación fálica. Su mecanismo es la caída del "personaje eminente", investido fálicamente, su caída causa risa. En el humor lo que se ahorra es el afecto. Freud en 1927, refuerza su primera teoría, a la luz de la segunda tópica.
El humor es siempre negro, va de la mano de la irrisión o autoirrisión. Se podría decir que es una burla sin crueldad, hacia la propia persona o ajena, que no lastima al entorno. Rompe con lo solemne.
Posee algo grandioso y patético, no solo tiene algo de liberador como en el chiste y lo cómico.
El "mal humor" es la incapacidad de ciertos sujetos de estar disponibles libidinalmente para reír de las contingencias de la vida cotidiana.
Lacan dirá del humor negro: " es el tránsfuga en lo cómico de la función misma del superyó". Recordemos el condenado a muerte el día lunes, llegado el momento de ir al cadalso, exclama "Linda manera de comenzar la semana". Ante su destino funesto e inevitable recurre al humor como modo de ahuyentar lo negro. Es el triunfo del sujeto sobre el superyó. Haciéndole dentro de lo posible ''pito catalán" a su desgracia. El placer humorístico proviene del gasto del sentimiento ahorrado, aportándole al sujeto una ganancia de placer.
Permitiendo soportar lo traumático de manera menos costosa.
Lacan refiere: " el falo es un cómico como todos los cómicos: es un cómico triste". Su destino es caer. El momento de su goce es el momento mismo de su detumescencia. Se desinfla. Su caída provoca risa, ante la dignidad fálica aplastada.
La función del humor es tornar amistoso al superyó. Lo embosca y desactiva por un momento.
Una persona de buen humor puede ser uno mismo. En el humor no se necesita de otros. El hombre es el único que ríe y hace reír. Es el único viviente que hace chistes, comicidad y humor por la sencilla razón de que habita el lenguaje.
El humor ablanda, aliviana, amortigua el dolor de existir. No todos los hombres disponen de la actitud humorística en su vida anímica.
Freud nos dice: "el humor no es resignado sino rebelde, no solo dignifica el triunfo del sujeto sino también del principio del placer, que en el humor logra triunfar sobre la adversidad de las circunstancias reales".
Por un momento nos hace ''destornillar de risa". Sabemos que en algunos momentos de la vida esto no es posible.
El humor se alía "falsamente" al superyó para vencerlo. Es un excelente antídoto contra el malestar. Por ello el psicoanálisis, no es sin humor. Ofrece hasta donde es posible seguir en el juego del deseo contando con los “quita pena no tóxicos” ¡Estos gozan de buena salud!. Vale el entusiasmo de seguir en el entramado homo ridens.
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Selección de trabajos presentados por los Carteles de Dirección, Secretarías y Espacio de Arte de nuestra Escuela en las Jornadas Momento de Concluir 2021
“Cuando todo era nada, era nada el principio.
Él era el principio y de la noche hizo luz.
Y fue el Cielo, y esto que está aquí”
(Génesis - Vox Dei)
Si el tiempo es de concluir, ¿qué concluye para nosotras que recién estamos armando el espacio?
El tiempo es de armado, si pensamos en concluir se nos representa el tercer tiempo de la actividad realizada "la redistribución de las palabras" dónde algo concluyó.
El juego, el intercambio para dar lugar a una composición, otra, arte que en acto dialogó con el psicoanálisis. ¿Qué concluye del espacio si estamos iniciando…?
Pregunta que viene a abrir un tiempo de pensarnos en una continuidad discontinua:
¿Concluye un tiempo sin espacio o un espacio sin lugar? ¿Concluye un tiempo de obstáculo? ¿Dónde la fisura no tuvo lugar? ¿Qué sería aquello que no tuvo lugar? Pregunta que aloja en su seno a otra... ¿Qué aporta el arte a una escuela de psicoanálisis?
Final de Partida
“CLOV: (mirada fija, voz monocorde): Terminó, se terminó, va a terminar, quizá esté por
terminar... Los granos se unen a los granos, uno a uno, y un día, de pronto, forman
un montón, un pequeño montón, el imposible montón”
(Final de Partida - S Beckett)
A inicios del 2020 el espacio se encontraba a cargo de dos miembros, luego tres. Después dos, nuevamente tres… tres puntos suspensivos. Tiempo suspendido.
Al unísono y en consonancia con el distanciamiento social obligatorio el Espacio de Arte sufrió los efectos de la restricción. El distanciamiento era electivo, marcado por la imposibilidad de encuentro y en efecto de transferencia de trabajo. Elevando tal escena a condición de ficción se asemejaba a un recorte del universo de Beckett: el absurdo del desencuentro en los personajes se traducía en un sinsentido, no había causa. No había efecto. A finales de 2020, el Espacio se vacía. Queda un miembro a cargo y el trabajo a condición de promesa.
El 2021 inicia con una invitación a relanzar el deseo… En esta vuelta sobre el espacio, en la búsqueda de la historia que lo antecede y recae sobre sí mismo, nos encontramos al principio del ciclo siendo dos, luego tres. Y en ese pasaje del dos al tres acontecieron tres entrevistas con quienes consideramos que, acorde a las transferencias, sostenían la pregunta entre el arte y el psicoanálisis. Las entrevistadas fueron Laura Vellio, Mariana Pereyra y Silvana Tagliaferro; donaron tiempo, palabras y afecto para restituir la historia sobre el origen. Emergió así en acto, una vuelta a la figuración, la creatividad y el juego a través de los distintos jams que fueron efectuados íntegramente en una plataforma digital. El Espacio de Arte ya venía dejando de estar vinculado a “colgar cuadros” para iniciar una torsión hacia la superficie digital con imágenes, palabras y entrecruzamiento de discursos. El caos y el juego se entraman sembrando mundos posibles del mismo modo que las fantasías inconscientes sirven a la construcción de la ficción.
Brota, brota y alborota la vida 1, en el espacio digital. Nos servimos de esta frase efecto del trabajo co participativo para situar aquello que subversivamente nos confronta con volver al encuentro del vacío como motor único de la continuidad. En la fisura discontinua nos leemos para seguir escribiendo.
La re(dis)tribución
En la música, decir Jam, podría remitir a un grupo de personas con cierta afinidad que se reúnen para crear un ritmo. ¿Qué ritmo darle al espacio de arte en una escuela de psicoanálisis? Compartimos mediante Google un aplicativo que se llama Jamboard, en el que una pizarra blanca está disponible para intervenir. Podrán ver lo que se produjo en ese espacio digital, los compartimos en este momento.
El Espacio, como un Jamboard, se volvió disponible. Del tres pasamos al cinco. Disponibilidad, apertura, espacio digital, arte digital. ¿Hay una casilla del espacio de arte? Hagamos una.Así es que creamos un nuevo Espacio de Arte en el multiverso digital.
La re (dis) tribución de las palabras, como mencionamos, fue una primer actividad. Una muestra de fotos del artista Lisandro Amado, singular, íntima, interactiva. Una apuesta al diálogo del psicoanálisis con la obra, en tres tiempos. Un juego. Los medios digitales en esta actividad ampliaron el espacio: Mails, Zoom, Whatsapp, Facebook, Inshot, Instagram… Quedó pendiente un espacio en Youtube. Asimismo, intervenimos, junto a Comisión Directiva y Secretaria de Carteles, en las Fisuras en IX Jornadas de Carteles y Grupos de Investigación.
Nos preguntamos, también, si este recorrido consuena con movimientos ocurridos en la escuela en general. La tendencia a la apertura en el punto de mayor cierre efecto de la pandemia, produjo un arribo exogámico hacia la posibilidad del intercambio en diferentes direcciones. Proceso del que aún formamos parte. Interrogarnos por un adentro-afuera discursivo entre arte y psicoanálisis es un punto de resistencia? ¿Cómo continuar sosteniendo esta tensión?
Se nos ocurre situar estos cuatro puntos como arribos del espacio de arte, en la escuela, en el trabajo conjunto con Comisión Directiva, Secretaría de Comunicación Digital, Secretaria de carteles, Cartel de Publicaciones y un artista invitado en la apuesta a lo artístico como exogamia y como apertura, ambas tendientes al lazo entre el arte y el psicoanálisis, en los medios digitales, con un tiempo y un ritmo que se construyó en transferencia de trabajo desde distintos puntos de locación (reunidas desde La Plata, City Bell, Berazategui, Bahía Blanca, Saladillo), en sintonía. La apuesta radica en que vengan nuevos ritmos. Identificamos en el flyer de invitación a esta actividad que no contábamos con una referencia sobre el tiempo de finalización de nuestro espacio, detalle que elegimos leer como punto de continuidad en relación al deseo de trabajo.
Desde el Espacio de Arte abrimos un recorrido sobre un territorio común pero que se transforma cuando es revisitado y apropiado por otras miradas y en efecto, produce nuevas lecturas e intervenciones.
Lazo, unión, diferencias, diálogos en transferencia recíproca entre el discurso y las distintas disciplinas que configuran y reconfiguran el diverso universo artístico.
Así, observando activamente se da un comienzo otro esta vez. No fue a priori sino que fueron estos enunciados la superficie de la cual partimos. Partimos para Volver. Historizamos para investir el proyecto del espacio a futuro.
Cerramos hoy la apertura de un nuevo ciclo invitando a todos aquellos que sintiéndose causados por la falta del espacio quieran hacer de ella un deseo.
1 Palabras de Silvina Naveiro en la actividad de la re-dis-tribución de las palabras.
Qué decir en el Momento de Concluir de lo transitado este tiempo por esta función que es la de la Secretaría de Carteles, función que hemos tenido el agrado de compartir quienes leemos este informe, haciéndole lugar al diálogo y a la palabra en un marco productivo y de respeto.
En la Asamblea Ordinaria de Diciembre del año 2019, de elección de la Comisión Directiva y rotación por los lugares de la Escuela de los Carteles de Dirección y Secretarías, la Secretaría de Carteles quedó abierta con la inscripción del nombre de un solo integrante; luego podría inscribirse un integrante más. Cinco personas nos encontramos, de diferentes formas, interesadas en la función, y como el Estatuto de funcionamiento de la EFLA no permite más de dos, decidimos en un mismo acto armar un cartel por un lado, como respuesta a esto, quizá sintomática, que llamamos “Lecturas del cartel: Lógica y efectos” (Integrado por Claudia Luján, Virginia Nucciarone, Romina Scordino, Alejandro Sigal y Rodrigo Echalecu) e inscribir a la Secretaría de Carteles con dos integrantes, por otro.
Ese cartel sintomático, volviendo a la experiencia transitada, ha sido el eco de la Secretaría de Carteles: resonaron y trabajamos allí varias cuestiones relacionadas con la función de la secretaría. Cuando hablamos de la función hacemos referencia a la función psicoanalítica (como desarrollaremos en breve), que desde ya se entrecruza con la función institucional y administrativa.
¿De qué hablamos cuando hablamos de la función de la Secretaría de Carteles? En este punto fuimos una vez más a las letras que nos rigen, que son las del Estatuto de funcionamiento de la EFLA. ¿Qué encontramos allí?
“La Secretaría de Carteles tendrá por función propiciar el discurso que el dispositivo del cartel promueve, garantizará la inscripción de los carteles como carteles de escuela. Tomará registro del nombre del cartel, de sus integrantes, del más uno y de su disolución. Inscribirá los grupos de investigación y de trabajo. Brindará la información correspondiente a la CD, al Cartel de Entrada y Permanencia y al Cartel de Publicaciones para su difusión. Organizará las Jornadas de Carteles.
La secretaría estará conformada por dos miembros autopropuestos y convalidados en Asamblea Ordinaria junto al recambio de autoridades. Se renovarán los cargos cada dos años, con la posibilidad de que uno de los miembros pueda permanecer en la función no más de dos gestiones.”1
Hemos venido discutiendo que acá está el tema más álgido y que le concierne al psicoanálisis: que la función de la Secretaría de Carteles no es una función meramente administrativa.
Haciendo pie en el Estatuto, para poder dar pasos, partimos de que se trata también de una función psicoanalítica, que es la de propiciar, hacer algo, para que el discurso que promueve el dispositivo de cartel pueda producirse; llevarlo a cabo y hacer transmisión de eso en las jornadas de carteles, entre los integrantes del cartel, los miembros y participantes de la escuela en su conjunto, y la comunidad psicoanalítica.
Eso nos hizo pensar bastante, a medida que fuimos haciendo la experiencia, si no sería pertinente y hasta conveniente en la escuela crear un dispositivo de cartel para llevar a cabo la función de la secretaría, ¿quizá un cartel de carteles que permita llevar a cabo una instancia de investigación de lo que se produce en la escuela? 2 ¿O sobre el dispositivo mismo? ¿Qué implicancias tendría la constitución de un cartel de carteles? ¿Podría ser una instancia de investigación de lo que se produce en la escuela?
La función más trabajada y sobre la que se ha producido bastante en las jornadas es la función más una, que permite la rotación discursiva del cartel, que no se fije el mismo en un eje discursivo y que se produzcan, más bien, efectos de discurso; es decir de agujero, que tornen posibles los cuartos de giro. Notamos como efecto que comenzamos, de la mano del Foro, hablando de la función más uno y eso fue virando hacia lo que fue surgiendo como función más una. Queda abierta así la articulación entre lógica de incompletud y femenina en el seno del cartel. En uno de los trabajos de las Jornadas de Carteles de 1975 de la Escuela Freudiana de París, artículo señalado especialmente por la más una del cartel “Lecturas del cartel: lógica y efectos”, aparece la función más uno como “una función latente, irisada 3 de feminidad” 4 … Algo que nos invita a seguir trabajando…
Superposición de dos funciones, la función fundamental de la Secretaría de Carteles es la de propiciar que se produzca y contribuya al discurso psicoanalítico…Tiene varias funciones la Secretaría de Carteles, pero la principal, entendemos, tiene que ver con esto último que hace referencia al discurso… Interroguemos: ¿Hay discurso del cartel? ¿Se trata de efectos de discurso que ponen en acto la falta, considerándola operativa en la formación de los analistas?
La Secretaría de Carteles deberá, a su vez, promover las condiciones para que ese discurso se propague a partir de inscribir a los carteles en su seno. Es uno de los 3 de la Escuela el cartel, figura en nuestra Acta de fundación y Estatuto de funcionamiento. Cuando entramos a la escuela se realiza un acto, aceptamos las letras que nos rigen y apostamos a hacerlas pasar por la experiencia de la castración. Así nos formamos como analistas. Y es de esperar que la Secretaría de Carteles reinvente esa función propiciando, cada vez, torsiones tóricas, es decir, agujereadas, que diseminen la producción hacia el discurso a partir del dispositivo del cartel, en este caso.
Hubo dos intervenciones claves durante la gestión:
Respecto de la primera intervención de la secretaría, lo que nombramos como Foro, dio lugar a un trabajo que abrió la cuestión respecto del lazo social entre los analistas… Porque uno de los temas cruciales del cartel es el de investigar el lazo social entre analistas en la tarea de formarnos.
Esa primera intervención consideró entonces ese eje. Invitamos a Cristina Borda, a Claudia Luján y a Laura Vellio. Con quienes participaron constituimos un Foro llamado “Cartel y Lazo social en la formación de los analistas”. Las compañeras trabajaron la función más uno, las diferencias entre un cartel y un grupo, y el cartel como órgano de base de una escuela de psicoanalistas”; contamos con esos trabajos y sus valiosos aportes que volvemos a agradecer. A partir del sintagma “Hacia las IX Jornadas…”, ese Foro se constituyó en el prefacio de las IX Jornadas de Carteles y Grupos que llevaríamos a cabo recién al año siguiente…
…La pandemia cayó sobre el inicio de la gestión y nos pareció que era un buen momento para apostar al cartel como refugio; allí donde no podíamos encontrarnos de otro modo por la situación sanitaria, relanzar a partir de ese real pandémico al cartel como dispositivo, como un modo de seguir enlazándonos entre nosotros y con el discurso y seguir haciendo trama en la transferencia de trabajo que se establece en el lazo social entre los analistas.
Convocatoria mediante a constituir carteles, comenzamos a hablar, a apelar a decires que hicieran resonar al cartel como dispositivo de escuela, diferenciándolo del pase y del seminario, que son los tres de la Escuela que convergen en nuestra Acta de fundación.
Apostamos a que se produzcan inscripciones de carteles nuevos en el ámbito de la secretaría. Y para nuestra sorpresa, se multiplicaron los carteles respecto de la gestión anterior; la coyuntura de la escuela y la pandemia se enlazaban. También estaban latiendo desde antes los carteles “pre-pandémicos” que necesitaban reunirse y arrojar sus producciones. Y una jornada de carteles a la espera, como parte del dispositivo del cartel, el que hace al momento de concluir, aunque después pueda establecerse una vuelta más y ese cartel pueda continuar algún tiempo trabajando.
Invitar y poner a hablar estos temas apelando como recurso al Foro fue una parte; la otra resultó de generar y propiciar acciones directas en vías de que se constituyan nuevos carteles. Tomamos así a cargo transmitir, renovar y relanzar una experiencia de hacía un tiempo en la escuela, la de los llamados Grupos de Articulación. ¿Qué es un grupo de Articulación? Articula con la escuela, articula el grupo al cartel, apunta a que a partir del pasaje por pequeños grupos (en no más de cinco encuentros) se articule un tema del psicoanálisis a la clínica. También apuntan a transmitir y articular allí la experiencia del hacer escuela, la del cartel, propiciando los articuladores intervenciones para que ese grupo se abra a la circulación de la función más uno, n+1, circunscribiendo el lugar vacío en la formación, el que permite la rotación discursiva.
Hemos tenido gratas y fructíferas experiencias, convocamos a algunas compañeras a que llevaran a cabo los grupos y “la función de articuladoras” (de hecho, la función “articuladora” surgió precisamente del intercambio con las compañeras). Un grupo se llamó “Discurso y Semblante: una articulación” y el otro “Lazo, cartel e identificación….”; volvemos a agradecer a Alejandra Di Núbila, a Laura Vellio, a Anabella Ottaviani y a Mariana Pereyra por haberse dispuesto a la iniciativa, asumiendo cada una el desafío y el compromiso con la tarea. Las convocamos considerando los temas que ellas venían trabajando en carteles en la escuela. Eso nos pareció esencial para proponerles que efectuaran la apuesta a la transmisión.
Esa experiencia devino en la constitución de un nuevo cartel. El pasaje del grupo de articulación a la constitución del cartel con más uno se produjo en un caso, se conformó el cartel bajo el nombre “Semblante: la autorización del analista”.
La política en juego ha sido la de relanzar y transmitir el dispositivo de cartel a partir de la palabra en la comunidad de experiencia, la de invitar a realizar la experiencia…
La segunda intervención fue la de realizar las IX Jornadas de Carteles y Grupos, otra de las funciones que destacamos como principales de la Secretaría de Carteles que figuran en el estatuto. ¿Para qué las jornadas de carteles?
Las Jornadas de carteles ponen a jugar la batería significante que resuena en la escuela, hay temas que se repiten, se producen decires novedosos en el entretejido, en las omisiones, en las contradicciones a que da lugar el lazo. Es ahí donde nos autorizamos a la lectura.
El trabajo hacia las jornadas fue intenso, convocamos a otros, a pares; a sus decires singulares, que es lo que se espera del producto del cartel: que sea a nombre propio. Trama del cartel, lazo social entre los analistas, transferencia de trabajo y traza, se articulaban.
Desde el inicio nos propusimos que las jornadas tuvieran como eje rector el poder alojar el trabajo de los carteles y grupos de la escuela. “Del dicho al hecho hay un trecho”; apostamos a recorrer ese trecho con otros: nos reunimos con carteles y grupos, para hablar y escucharnos, surgieron novedosas ideas de algunos compañeros que tomamos para las jornadas, convocamos al Espacio de Arte y a la Secretaría de Comunicación Digital para llevar adelante una puesta en forma de las jornadas (realizadas por primera vez de manera virtual), que permitieran las condiciones indispensables para el buen encuentro y el trabajo. Por otro lado consideramos la publicación de los trabajos de las jornadas bajo algún formato.
Y así fue, nos reunimos, hablamos, trabajamos, produjimos, pensamos juntos, consideramos los aportes y decires de cada uno. Allí la escuela cuenta con una reserva más, importante, en esas producciones.
Privados de compartir el espacio físico, en todos los intercambios que tuvimos apareció como una principal preocupación el tema del tiempo: ¿cómo y cuándo producir los tiempos para las jornadas? Tiempo de trabajos, tiempo de intercambio, tiempo de descanso. Tiempo de todos, convenido y respetado colectivamente; tiempo que, lógica de la castración mediante, pudo ser producido como tiempo para el trabajo de escuela. Y la Jornada salió impecable, y se pudo dar lugar a una vasta cantidad de trabajos y participación de los otros, prójimos. Volvemos a agradecer sobre todo a los carteles y grupos, a los miembros y participantes, a la Comisión Directiva por habernos permitido llevar a cabo las ideas, a la Secretaría de Comunicación Digital y al Espacio de Arte por sus aportes y la orientación a partir de sus experiencias… y por convidarnos con sus ideas, que tomamos entrecruzadas con las nuestras, para el despliegue de la tarea.
1 Estatuto de funcionamiento de la Efla, disponible en www.efla.com.ar/estructura.html
2 IX Jornadas de Carteles y Grupos de la Efla. Romina Scordino. Cartel “Lecturas del cartel. Lógica y efectos”. Año 2021.
31. adj. Que brilla o destella con colores semejantes a los del arco iris. (RAE)
4Jornadas de Carteles de la escuela Freudiana de Paría. Abril de 1975. Daniel Sibony. Pag.n7
Quiero agradecer:
A la Comisión Directiva que puso a andar la escuela en un momento muy difícil para todos. Por confiar en nuestro trabajo y propiciar un funcionamiento.
A las diseñadoras: Nadia en la Moebiana 67; Yanina y Vanesa en las siguientes, con quienes pudimos trabajar en forma muy cordial y ágil.
A Soledad, la editora, por la paciencia, la minuciosidad y el entusiasmo del trabajo editorial que emprendimos con el libro. Incluir su trabajo en la escuela es muy valioso.
A la Secretaría de comunicación digital, por su disponibilidad y por ofrecer una estética para la difusión de la revista y los flyers pesquisando la impronta que queríamos transmitir en cada invitación.
A los escritores de la escuela y a los invitados de otras instituciones que participaron con sus letras en las Moebianas; en los foros y en el último conversatorio sobre el estilo en la escritura.
Y también a todo el que compartió, preguntó, comentó cada creación que brotaba como producto del trabajo en la efla haciendo que siga circulando.
Lo que quiero compartir hoy es muy breve. Mucho de lo producido en este cartel queda escrito de las Moebianas y en el libro que ya está en etapa de edición.
Reuní entonces algunas ideas bajo el nombre de Pequeño inventario sobre una experiencia de Publicaciones en la Efla.
* (la publicación de este escrito es un extracto de la presentación)
Dos ideas:
Algunas cosas circulan y otras se me armaban entre la edición y la censura. Las pensaba como intrincadas... antes de esta experiencia me preguntaba si en Publicaciones habría censura; si sería por parte del cartel o si cada publicación pasaría por el filtro de la comisión directiva de turno que diría qué sería conveniente o qué no publicar en la Moebiana.
Creo que en todo lugar de publicación es conveniente contar con una función editora. En el caso de la escuela, antes de pasar por este trabajo, pensaba: ¿Qué cosa podría ser escrita por algún miembro de la escuela que no tenga estatuto de ser publicada en la Moebiana?
En este cartel no pasamos por la experiencia de que algo de lo recibido revista carácter de no ser publicado, que no pueda ser incluido por algún motivo.
Luego de una vuelta por este espacio puedo decir que “El trabajo editorial es distinto a la censura”. Hemos leído y considerado también la expresión cuidado editorial que, junto a la cuestión del estilo, nos guió en el curso de la tarea.
No todo error es fallido.
Fue más notorio encontrarlo en este cartel.
Al recibir los escritos, al leernos en el chat, en los ensayos que compartimos, en las letras que brotaban y se articulaban, había pifies, trastoques u omisiones que provocaron risas, preguntas o bien abrieron nuevas líneas de trabajo.
Muchas veces los analistas nos tornamos viciosos de leer errores en clave de fallido y eso además de ser abusivo, engrosa sentidos que no son.
Entonces, me llevo la advertencia: ante el error: más vale preguntar…
“no todo error es fallido”
El último ítem del Pequeño inventario es en relación al deseo:
Muy pronto, en los primeros tiempos de emprender el trabajo nos topamos con un parate generalizado que frenó el empuje del inicio. Seguido: un apresuramiento. Más tarde otro freno. Y ahí, a partir de soltar un poco la mano, ensayamos otro inicio -más modesto-: un hilván de letras sobre lo disruptivo. Entre hilos y puntadas, se alzó el bordado de una pregunta: ¿qué lugar para el deseo?
Sobre publicar hoy puedo decir que no consiste en una grandilocuente empresa de hacer pasar algo. No. Requiere menos esfuerzo y no por eso resulta menos laborioso. Lo encontré a partir del motivo de publicar y en mí tuvo alcances más amplios: No se trata de enfocar la tarea en hacer pasar el deseo, sino de crear un modo para que el deseo siga su curso, más bien podría decir que la inventiva sería la de despejar obstáculos para dejar que el deseo siga rodando.
Dejé para concluir el agradecimiento más especial a mis compañeras de labor: Silvina, Cinthya, Anabella, Andrea y Ludmila. A ellas, el deseo, el amor y el goce las habita y creo que por eso el trabajo que hicimos juntas fue y es tan precioso y divertido.
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COMISIÓN DIRECTIVA
Presidente: Roberto Consolo
Vice presidente: Claudio Gómez
Secretaria: Leticia Scottini
Tesorera: Sandra Alderete
Pro secretaria: Mariana Pereyra
Asistentes de dirección:María Virginia Vigo
CARTEL DE ENTRADA Y PERMANENCIA
María Clara Almeida
Melina Consiglio
Alejandra Di Núbila
Laura Vellio
Mas uno: José Zuberman
CARTEL ENSEÑANZA
Sandra Iribarne
María Beatriz Pagano
Daniel Paratore
Más uno: Oscar González
CARTEL DE CLÍNICA
Lucía Isasa
Cintia Frey
Marina Martín
Agostina Miranda
Fiorenza Paolucci
Marisa Pellejero
CARTEL PUBLICACIONES
María José Colombo
Ludmila Hobler
Silvina Naveiro
Anabella Ottaviani
Cinthya Sau
Andrea Silvapobas
Más uno: Patricia Leyack
CARTEL BIBLIOTECA
Cristina Borda
Patricia Chari
Carolina Gamaler
Lisandro Inclán
María Alejandra Lombardo
Alejandro Sigal
Más uno: Marisa Plástina
SECRETARÍA DE CARTELES
Rodrigo Echalecu
Alejandro Sigal
SECRETARÍA DE COMUNICACIÓN DIGITAL
Cinthya Sau
Romina Scordino
Silvana Tagliaferro
SECRETARÍA DE EXTENSIÓN
Sandra Alderete
Roberto Consolo
Mariana Pereyra
Leticia Scottini
CARTEL DE PASE
Ana Casalla A.E. (EFBA)
Amalia Cazeaux A.E. (EFLA)
Guillermina Díaz A.E. (EPSFros)
Paula Levisman A.E. (EFLA)
Alicia Russ A.E. (EFA)
Más-uno: José Zuberman A.E. (EFBA)
ESPACIO DE ARTE
Agostina Miranda
Agustina Aramburu
Carolina Gamaler
Evangelina Spagnolo
Ludmila Hobler